Gregorio Luri: "Pretender que los maestros hagan de padres o los padres de maestros es equivocarse mucho"

EUROPA PRESS 16/09/2017 11:05

Una de las "claves de la educación", según el filósofo y pedagogo Gregorio Luri, consiste en que los niños se muevan en ámbitos distintos y aprendan a comportarse según lo "adecuado" a cada uno. Por ello, cree que es "equivocarse mucho que los maestros hagan de padres o los padres de maestros".

"Este discurso en el que se empeñan en que familia y escuela tienen que estar perfectamente cohesionados y en la misma dirección... No acabo de entenderlo. Ni esta necesidad de que los padres estén siempre pendientes de la vida escolar. Una cosa es ser alumno y otra cosa es ser hijo. Los padres tienen hijos, no tienen alumnos; y los maestros tienen alumnos, no hijos", ha explicado en una entrevista para Europa Press, coincidiendo con la publicación de su último libro: 'Elogio de las familias sensatamente imperfectas' (Ed. Ariel).

Según sostiene, es positivo que en ambos espacios --hogar y escuela-- reciban un trato distinto y que "haya un sitio en el que se les trate con una sobrecarga afectiva y otro en el que se les trate objetivamente por su comportamiento".

"Eso permite que sus relaciones sociales sean más diversas y que vayan aprendiendo de las experiencias que esas relaciones ponen de manifiesto. La escuela es importante, pero en la vida aprendemos mucho más de la manera como vemos resolver problemas concretos a las personas concretas", apostilla.

LA CLAVE FUNDAMENTAL DE LA FAMILIA

En su libro, Luri propone "una defensa teórica de la prudencia" en la educación familiar frente a un mundo en el que "todo el mundo publicita certezas y seguridad" que no responden a los interrogantes concretos que enfrentan los padres, según ha explicado.

"Estamos demasiado pendientes de los últimos recursos que se han experimentado no sé dónde, la última metodología que ha aparecido, el ultimísimo modo de amamantar a un niño. Y yo lo que estoy intentando decir es: la clave fundamental de la familia se juega en las cosas elementales; y esas cosas elementales las sabéis, padres, aplicadlas", resume el pedagogo.

El libro explica de manera accesible que "no existen familias perfectas" y pone de relieve algunos de los elementos comunes de las familias "sensatamente imperfectas" que para él, según dice en broma a los padres que acuden a escucharle o a plantearle sus dudas, son aquellas que son mejores que la familia Simpson de la serie de dibujos animados (a cuyos personajes dedica el libro).

"Esa familia tan imperfecta es capaz de empezar cada capítulo sin llevar registro de los agravios pasados. Esa familia tan imperfecta sabe que hay determinadas líneas rojas que no se cruzan, porque Homer hará todo tipo de bestialidades, pero cuando el cariño de su mujer está en juego dice: por aquí no. Homer es un alcohólico y un adicto a la televisión, pero a la hora de cenar cenan sentados y sin televisión", señala Luri, quien plantea que si "hasta las familias aparentemente más caóticas son capaces de desarrollar experiencias de convivencia interesantes, una familia normalica ¿por qué no iba a ser superior a los Simpson?"

Según sostiene, la "virtud específica" que toda familia debe tener, por imperfecta que sea, es la de ser "el único lugar en nuestra vida en el que nos quieren de manera incondicional" y el ámbito donde se aprenden "algunas cosas esenciales, que si no se aprenden allí no se aprenderán fuera".

Entre estos aprendizajes destaca dos: el perdón "de verdad", que es el que "libera de las ataduras del pasado"; y la capacidad de "mantenerse fiel a la palabra dada", que "sujeta al futuro". Junto con estas, el aprender que "se puede ser amado a pesar de la imperfección" y que "permite confiar en que ahí afuera también va a haber alguien que te quiera a ti consciente de tus imperfecciones". "Una familia normalica es un chollo psicológico extraordinario", subraya el experto.

EL MIEDO A FRACASAR COMO PADRES

Por eso, al ser consultado por el miedo de los padres a "fracasar" en su responsabilidad educativa, señala que se es consciente de que se ha "fracasado como padre" cuando uno ve que sus hijos "son incapaces de devolver el cariño que han recibido".

"Yo diría que esa es la experiencia más dolorosa para un padre", advierte Luri, que indica que, en cambio, un padre "puede tener la seguridad de haberlo hecho relativamente bien" cuando percibe que "los hijos devuelven espontáneamente el cariño que han recibido, a pesar de los puntos negros en la biografía paterna".

En este sentido, previene contra la "neurosis" que, según indica, se ha extendido entre los padres y madres modernos y que, a su juicio, se debe en buena medida a la evolución del ecosistema en que se mueven las familias. Destaca, entre otros factores, que la mayor parte de los hogares están en poblaciones sin espacios donde los niños puedan ser "aventureros" y disfrutar de un ámbito de libertad, en los que los padres tienen unos horarios y responsabilidades laborales que dificultan la atención al hogar, y en un ambiente en el que "está desapareciendo la confianza en el progreso" y la presión por preparar a los hijos para el futuro es mayor.

"Vivimos en un mundo que te obliga o te fuerza a vivir con unas neurosis específicas --explica--. Mis padres hiciesen lo que hiciesen lo hacían y pasaban página y pasábamos a lo siguiente. Ahora cualquier padre haga lo que haga no pasa página. Tiene una lucecilla interior que se le ilumina y le pregunta: ¿y no lo podríamos haber hecho de otra manera? Si ha castigado, ¿no podríamos haberlo dialogado? Y, si ha dialogado, ¿igual el niño necesita normas claras?"

EL DERECHO DE LOS NIÑOS A "SER FRUSTRADOS"

Por otra parte, critica la noción de algunos padres y pedagogos quienes "idealizan la infancia como una patria perdida" y creen que es "un ser bueno que está pidiendo que respeten su espontaneidad para que se manifieste su bondad natural". "Freud decía que el niño es 'un perverso polimorfo'. Algo de eso hay", bromea.

Para Luri, lo que caracteriza al niño es que "tiene muchísima más energía que sentido común para gestionarla", algo que exige que sean los padres quienes desempeñen la "agotadora" responsabilidad de poner el sentido común. "El niño hace cosas y después se da cuenta de lo que ha hecho", puntualiza.

Por ello, insiste en que, aunque parezca "una provocación" en su libro dice "muy en serio cuando defiende el derecho del niño a ser frustrado y a conocer los adverbios de negación". Según indica, es fundamental para la vida del niño aprender que "hay cosas que se pueden hacer en algunos sitios y en otros no" y que en ocasiones es más inteligente posponer la gratificación de un comportamiento para obtener un beneficio mayor, según destaca en su libro.

"Los límites no es que impidan crecer, es que te ayudan a conseguir una forma de la que te sientas orgulloso. Si nos creemos que no poniendo límites se desarrolla una espontaneidad inocente, no es así", apostilla.

EL PROBLEMA DE ESPAÑA NO ES CONSEGUIR UN CONSENSO EDUCATIVO

Al ser consultado por la urgencia manifestada por los partidos políticos para alcanzar una ley educativa consensuada, Luri desdeña que el consenso educativo sea una de las prioridades de la educación en España. "El efecto de las leyes en el funcionamiento de los centros es muchísimo menor de lo que cree el legislador", apunta.

De hecho, recuerda que hay comunidades autónomas en el país que "lo están haciendo muy bien", mientras otras tienen un desempeño "no malo, sino muy malo". "Quienes lo han hecho bien y quienes lo han hecho mal han seguido haciéndolo independientemente de la ley educativa que ha estado en vigor", indica.

Por eso, cree que más importante que desarrollar una nueva ley de educación es "evitar que haya varios sistemas educativos" en el país y "aprender de lo que hacen bien" las regiones que están obteniendo buenos resultados.