Cinco semanas antes la fecha en que Lauren salía de cuentas, se encontró tan mal que tuvo que ir al hospital. Allí, un escáner desveló que lo que se ocultaba tras sus síntomas era en realidad un cáncer masivo en su hígado.
Según informa Fox News, cuatro días después de la triste noticia tuvieron que sacar a su hija Ruby de su vientre por cesárea. Entonces, hicieron una biopsia que fue aún más lejos al anunciar que su cáncer estaba en fase terminal. Tras cuatro ciclos de quimioterapia, el cuerpo de Lauren dejó de responder al tratamiento.
Su marido Dave se pasó las siguientes semanas "corriendo entre la planta de neonatos oara estar con Ruby y la de oncología para estar con Lauren", contó al diarioTelegraph. Cuando le dejaban pasar la noche con su mujer, "podía escucharla llorando de dolor". Su sufrimiento terminó unos días más tarde cuando su bebé tenía tan sólo diez semanas de vida.
"Todavía la echo de menos cada día. Este está siendo un año de primeras cosas. Es la primera vez que hago muchas cosas por mi mismo. Pero Ruby me está dando fuerzas", explica su marido.
Dave sentía que tenía que echarle las culpas a alguien cuando su mujer falleció, pero reconoce que "los médicos hicieron todo lo que pudieron. Todos los síntomas se explicaban fácilmente por su embarazo".