Una mañana cualquiera de lunes, Timea Lashay Batts volvía a su casa después de su primer día de colegio. El autobús la dejó cerca de su casa en el tranquilo barrio de Hendersonville. Para cuando llegó a su casa, la niña había sido disparada, según le contó su padre a la policía. Aunque fue llevada de urgencia al hospital, la niña falleció.
Sin embargo, aún nadie puede explicarse su muerte. La policía, en sus investigaciones, no ha encontrado ningún tipo de rastro a las afueras de la casa donde la pequeña vivía con su padre, la pareja de éste y sus dos hijas. Ni siquiera los vecinos oyeron ningún disparo, según recoge el diario ‘Washington Post’.
Esto llevó a las autoridades a darle un giro de 180 grados a la investigación: empezaron a creer que el disparo no se produjo en la calle, sino en su propia casa. El padre de Timea ha sido arrestado y, actualmente, sobre él pesan los cargos de homicidio, ocultación de la verdad y posesión de armas. Sin embargo, algunos consideran que el misterio en torno a su muerte no ha sido resuelto.