Esa protesta, esa revuelta popular, que nadie controla ya y en la que se mezclan tendencias y objetivos pero que reúne a gente con un denominador común: son personas que no tienen nada que perder. El Gobierno, en medio del tira y afloja entre Unión Europea y Rusia, tiene todo que perder y difícilmente ganará algo.
Es la impresión que produce contemplar esta plaza de la Independencia de Ucrania, que visito por primera vez. Imposible meterse en más honduras sin soltar una frivolidad. Esto no es un 15M. Tampoco es Grecia. No se puede despachar trazando una raya entre buenos y malos y menos sin mencionar o sin conocer en profundidad la historia de Ucrania, su relación con Rusia y con Europa, sus intereses, su breve historia democrática.
Sí puedo decir que esta mañana, cuando al lobby del hotel no paraban de entrar heridos en camilla, los periodistas intentábamos no perder ripio para contarlo. Y estorbábamos. Cómo no íbamos a estorbar, si había gente a punto de morir. Pero menos mal que estábamos.
Ayer cuando llegamos el equipo de Noticias Cuatro y Telecinco, pensé que el ambiente estaba a medio camino entre Territorio Comanche y Doctor Zhivago. Hoy esto se parece más a Apocalipsy Now. O a The walking Dead. Las hogueras, las veo y las huelo, siguen ardiendo.