Con estos datos el actual mandatario sirio se garantiza un tercer mandato a pesar de la cruenta guerra civil que soporta el país en protesta por la gestión de su familia y el régimen que representa.
Nada más conocerse estos resultados, los enemigos de Al Assad han calificado la elección de farsa, diciendo que los otros dos candidatos relativamente desconocidos no ofrecían una alternativa real y que cualquier votación celebrada en medio de una guerra civil no podía ser considerada creíble.
También cientos de ciudadanos partidarios del régimen se han echado a la calle para celebrar la victoria de su líder. Las calles de Damasco han vivido escenas de fiesta pero también de tragedia. Varias personas han fallecido como consecuencia de balas perdidas disparadas al aire producto del júbilo de los seguidores de Al Assad.
El Tribunal Constitucional había dicho antes que la participación en las elecciones del martes y en una ronda previa de votaciones para expatriados sirios había sido del 73 por ciento.
La votación tuvo lugar en zonas del país controladas por el Gobierno, pero no en grandes áreas del norte y el este de Siria en manos de los rebeldes que luchan para poner fin a los 44 años de la familia Asad en el poder.
El conflicto ha matado a 160.000 personas, ha llevado a cerca de tres millones de ciudadanos al huir al extranjero como refugiados y ha desplazado a muchos dentro del país