Ha sido la primera vez que un equipo médico se ha enfrentado a un reto como este. Ocurrió en abril de 2016, cuando Melissa Benoit, con fibrosis cística, contrajo una infección pulmonar que se extendió por todo su cuerpo y afectó a sus órganos vitales. Los médicos del Hospital General de Toronto, al ver que no sobreviviría, decidieron extirparle los pulmones, foco de la infección.
Hasta que hubo unos pulmones sanos para trasplantarle, Melissa estuvo en estado de coma conectada a una máquina pulmonar y a un sistema de oxigenación extracorpórea durante seis días.
Hoy, los médicos han explicado en rueda de prensa la intervención pionera junto a Melissa y su hija de tres años. La extracción de los órganos fue complicada dado su mal estado. "Lo que nos ayudó a tomar la decisión fue que podía morir en horas", ha afirmado Shaf Keshavjee, uno de los cirujanos que participó en las operaciones, en declaraciones recogidas por CNN.
Nueve meses de la intervención, Melissa, que acaba de empezar a caminar, dice sentirse "fenomenal". No obstante, aún necesita un trasplante de riñones, que también resultaron muy dañados por la infección. Cuando se recupere del todo, su madre le donará uno.