La vida de Craig Renton, un hombre de Inglaterra, cambió radicalmente de la noche a la mañana. El viernes 4 de agosto, su mundo se vino abajo al sufrir una doble tragedia: el fallecimiento de su esposa y de su bebé.
En la noche de ese día, Renton llegó a su domicilio y se encontró a su mujer, Heidi, con fuertes dolores en el pecho. Tras llamar a los servicios de emergencia, los médicos le aconsejaron que acudieran rápidamente a urgencias. “Pensamos que podría ser que estuviera ya de parto. Salía de cuentas el 12 de agosto, por lo que era posible. Estábamos nerviosos y emocionados. Era nuestro primer y querido bebé”, cuenta a Mirror.
De camino al hospital, Heidi se desmayó y tuvo que parar el coche en el arcén. “Estaba horrorizado. Sus labios se pusieron azules, como si no tuviera oxígeno”, narra Craig al citado medio.
Unja mujer se detuvo para ofrecerles ayuda, ya que era enfermera, y le tomó el pulso hasta la llegada de la ambulancia. Minutos más tarde, la joven estaba ingresada en King’s Mill Hospiral en Reino Unido.
Pero tan solo unos instantes después de su llegada al hospital, los médicos le confirmaron sus peores presagios: “Uno se sentó conmigo y me dijo algo que nunca olvidaré: “Siento que tu mujer haya muerto”, y luego agrego: “¿Te gustaría conocer a tu hija””.
Pero las malas noticias no quedaban aquí. Tras avisar a sus suegros y decirles que su hija había fallecido pero que ya tenían a su nieta, los médicos le confirmaron que su pequeña no tenía actividad en el cerebro por el ataque que sufrió su mujer. “Me dijeron que moriría. Durante tres horas ella estuvo conectada a ventilación asistida, pero luego tomé la decisión de apagarlo”.
“Isabella murió pacíficamente en mis brazos a las 15 horas de edad. Ella y Heidi fueron y serán, los amores de mi vida”, cuenta Craig, quien asegura que se cree que su esposa falleció por causas naturales, aunque todavía hay una investigación en curso.