Entre enero y diciembre de 2016, un total de 26 'cascos azules', dos guardias de seguridad, un civil y un contratista murieron en ataques en los que los asaltantes utilizaron "artefactos explosivos, cohetes y fuego de artillería, además de fuego de mortero, minas y granadas".
Asimismo, según el informe, elaborado por el Comité Permanente de Seguridad e Independencia del Servicio Civil Internacional del Personal de la ONU, los atancates perpetraron además ataques suicidas, asesinatos selectivos y emboscadas.
En total, 240 miembros de Naciones Unidas han muerto en los últimos cinco años. Según el comité, esta cifra podría haber sido superior si no fuera por la "dedicada profesionalidad y devoción de las fuerzas de seguridad y personal de pacificación de la ONU en áreas de alto riesgo, tanto cuando están de servicio como cuando no".
No obstante, ha pedido a la Secretaría General que movilice "los recursos necesarios" para garantizar la seguridad cuando y en los lugares en los que sea necesario, principalmente en las bases ubicadas en zonas de máximo riesgo.
En lo que va de año, al menos un 'casco azul' de nacionalidad chadiana ha muerto, en un ataque perpetrado en la región de Kidal, en el norte de Malí, donde recientemente se han registrado numerosos ataques. El más mortífero dejó 77 fallecidos en una base militar de Gao.