Investigan el caos de unos servicios de salud mental tras el suicidio de una joven

Noticias Cuatro 24/06/2014 19:26

La historia de esta desgracia arranca a principios de 2013 cuando Helena Farrell, una adolescente de 15 años, no soporta ser abandona por su novio, un año mayor que ella y debilitada por la bulimia y sus pensamientos suicidas termina ahorcándose en un bosque cercano.

Según cuenta Daily Mail, el corazón enamorado y roto de Helena no soportó la afrenta y para dejarlo todo escogió el mismo lugar en el que había comenzado su noviazgo con William Williams.

Él había sido su mejor apoyo para superar una agresión sexual durante un viaje por Europa y para enfrentarse a las continuas burlas que durante su adolescencia venía sufriendo por sus compañeros de pupitre dado su "acento pijo" y por ser pelirroja, algo que le había llevado a cambiar de colegio e instituto en varias ocasiones.

Estas agresiones convirtieron a Farrel en una chica inestable por lo que sus padres recurrieron a los servicios de salud de Kendal, municipio en el que residían.

Juicio a los servicios psiquiátricos

Pero la petición de ayuda de estos padres desesperados por ayudar a su hija se topó con un sistema colapsado, saturado y sin capacidad de respuesta. Casi un mes tardaron en responder y darle una cita con un especialista.

Más de un año después de la trágica muerte de Helena y según relata The Westmorland Gazette, una vista judicial trata de fijar las responsabilidades de lo que pasó en los días y semanas anteriores al suicidio de Helena para evitar casos similares.

Durante el juicio se ha constatado que a principios de diciembre de 2012, los padres de Helena reclamaron ayuda de especialistas en salud mental, petición que tardó en ser tramitada. La respuesta llegó en forma de cita con el especialista solo 24 horas antes de su suicidio.

Según ha relatado el padre de Helena, "el día que llevé a mi hija al servicio de salud mental, esperaba a un profesional informado de las condiciones en las que le llegaba mi hija, con una derivación urgente porque era suicida y bulímica, así que esperaba que sucediera algo, y no pasó nada".

En su relato en el juicio explicó que el especialista fue "rudo" y "poco amigable" y que Helena había descrito la sesión como "terrible". De hecho, tras terminar la sesión la joven dejó claro que "no quiero volver allí".

Pero no fue el único lugar al que acudieron en su intento de proporcionar alivio mental a su hija. Los Farrel también se pusieron en contacto con el psicólogo Ambleside, John Farrell, quien describió a los servicios locales de salud mental para los niños como 'desordenados'.