Caía la noche en la ciudad de Kaohsiung, al sur de Taiwán, y de pronto llegó el infierno. El asfaltó revienta como si fuera chicle y las bocas de las alcantarillas expulsan borbotones de llamaradas. Varias explosiones se suceden y lo destrozan todo. Una fuga de gas en el servicio de suministro fue la que provocó la devastación y la pregunta ahora es por qué no funcionaron los sistemas de seguridad.