Entraron de madrugada con tanques y excavadoras. Arrasaron sin contemplaciones los dos campamentos en los que se habían hecho fuertes los islamistas. Lanzaban gas lacrimógeno mientras los francotiradores disparaban apostados en edificios. En pocas horas los dos campamentos estaban ardiendo. Egipto se convirtió en un polvorín. Y así continúa.Vehículos incendiados. Heridos en cada esquina. Ambulancias que no dan abasto. Cadáveres que se apilan en cualquier sitio. Y la policía disparando fuego real para apagar cualquier foco de resistencia. La situación se ha descontrolado no sólo en El Cairo. El caos es tal que el Gobierno ha decretado el estado de emergencia en todo el país esta misma tarde y por espacio de un mes. El Gobierno reconoce 149 muertos y 1400 heridos. Los Hermanos Musulmanes dicen que, sólo en El Cairo, los fallecidos superan los 120. Entre ellos se encuentra un cámara británico que trabajaba para Sky News y una periodista egipcia. Nadie está a salvo a estas horas en Egipto. La violencia se ha adueñado de las calles, que dejan escenas descarnadas. Y otras tan brutales como la de un furgón de la policía que cae al suelo desde un puente. La paciencia del gobierno interino ha durado exactamente un mes y diez días, el tiempo que ha transcurrido desde el golpe de estado que derrocó a Mohamed Morsi. Un portavoz del gobierno interino ha exigido a los seguidores del expresidente que no opongan resistencia a la autoridad y ha declarado que considerará a los líderes de los Hermanos Musulmanes directamente responsables del derramamiento de sangre.