Canción triste de Ahmed en París. Las elecciones de la melancolía

cuatro.com 05/05/2012 19:53

"Sarkozy va a estar muy triste si pierde". La reflexión no es de un miembro del partido conservador UMP, al que pertenece el presidente candidato sino de Ahmed, Es uno de esos miles de hijos de inmigrantes marroquíes que nacieron, crecieron y ahora trabajan en Francia. Aquí ha nacido su hijo de 7 años con el que disfruta cada verano de unos día en Benidorm.

La empatía de Ahmed hacia su presidente tiene mucho que ver con la pasión que Sarkozy imprime a su acción de gobierno. Muchos se preguntan qué hará un animal político como él si pierde las elecciones y su partido se plantea un cambio de dirección de cara a las elecciones legislativas del próximo mes de junio. ¿Cómo canalizará Sarkozy esa fuerza? ¿Dará conferencias? ¿Escribirá libros? ¿Trabajará para la empresa privada? Sarkozy no quiere nada de esto, quiere seguir a los mandos del barco en mitad de la tempestad económica. Los sondeos le alejan 5 puntos del socialista François Hollande pero, lejos de dar todo por perdido, ha plantando batalla hasta el último minuto de campaña convencido de que puede ganar impulsado por los indecisos y por una parte de aquellos, más de seis millones de personas, que votaron a Marine Le Pen en la primera vuelta. El avance de la ultraderecha es uno de las primeras dificultades con la que tendrá que manejarse el nuevo presidente.

A Ahmed le parece muy mal que Sarkozy haya hablado tanto y tan mal de España durante la campaña electoral. "No debe hacer eso, España es un gran país", me consuela Ahmed "Allí tenéis crisis, es verdad, pero tenéis el sol, aquí hemos perdido poder adquisitivo y no tenemos ni sol". Mi amigo tiene razón: la crisis económica ha agravado la fractura social en Francia y abierto aún más la brecha entre ricos y pobres. El nuevo presidente tendrá que luchar contra las altas cifras de déficit público al tiempo que trata de de garantizar el mantenimiento de un nivel óptimo. Y un desafío aún mayor: restaurar un modelo de integración que ha fracasado. Las bolsas de pobreza y marginación siguen extendiéndose en las periferias de las grandes ciudades, donde reside mayoritariamente población inmigrante.

El panorama es complicado y la Francia de hoy no es la de hace 30 años. Ya no comparte al 50% con Alemania el puesto de mando de la locomotora europea y su futuro está íntimamente vinculado al del resto de socios europeos. Pero los políticos, sobre todo en campaña, han pasado por alto este pequeño detalle. Será, como dice mi amigo Ahmed que "si no mientes en política, no avanzas". Esta estrategia de campaña es decepcionante, denuncia el diario Le Monde, que reprochaba esta semana a los dos candidatos haber debatido en clave franco-francesa "fuera del tiempo, como hubieran podido hacerlo hace 15 o 20 años". Pero no es así, las potencias emergentes ya están aquí, plantando cara a Europa y Francia no contará sin el resto de sus socios de la Unión.

Aunque los viejos rockeros, como Johnny Holliday, nunca mueren, los votantes saben que con estas elecciones empiezan a despedir a la Francia influyente y próspera de otros tiempos. Hay un algo de melancolía en el voto de este domingo. Al menos, siempre nos quedará París. Y a Ahmed siempre le quedará el sol de España.