Rebecca solía cenar unas tres veces por semana en este restaurante y los camareros la conocían por su nombre. “No había razón para poner algo así en el recibo”, ha explicado. “Realmente hirió mis sentimientos”, informa The Mirror.
Como clienta, pidió hablar con el encargado, quien señaló que era el recibo de otra persona. Consideró todo el asunto un malentendido, una broma dirigida a otra persona.
Pero Rebecca entonces dijo que por qué iba a pagar ella el recibo de otra persona y pidió su cuenta. Entonces el camarero le dijo que él había escrito eso pero que no lo hizo de forma despectiva.
Rummerfield también es camarera y “nunca escribiría nada que se refiera a la apariencia, raza o cualquier cosa parecida en un recibo”, asegura. “No creo que nadie deba ser tratado así”.
“Es doloroso gastar tanto dinero allí para ser tratada así”, indica. El encargado se disculpó con ella y despidió al camarero. Rebecca accedió a dejar estar el asunto si lo hacía, según el encargado.