Amnistía denuncia que las milicias chiíes cometen crímenes con armas suministradas desde el extranjero

EUROPA PRESS 05/01/2017 08:27

Las milicias paramilitares, integradas principalmente por chiíes y que combaten dentro de las fuerzas armadas iraquíes contra el grupo terrorista Estado Islámico, utilizan armas de arsenales militares iraquíes, suministradas por Estados Unidos, Europa, Rusia e Irán, para cometer crímenes de guerra, ataques de venganza y otras atrocidades, según ha denunciado Amnistía Internacional.

En su informe 'Irak: Mirar para otro lado. La provisión de armamento a las Unidades de Movilización Popular', Amnistía ha recogido los resultados de investigaciones sobre el terreno y detallados análisis periciales de datos fotográficos y de vídeo elaborados desde junio de 2014 que han permitido determinar que estas milicias paramilitares se han beneficiado de transferencias de armas fabricadas en al menos 16 países y entre las que figuran tanques y artillería, así como una amplia variedad de armas pequeñas.

Las milicias, cuyo nombre oficial es Unidades de Movilización Popular y que recientemente han sido integradas en las fuerzas de seguridad iraquíes, han utilizado estas armas para facilitar la desaparición forzada o secuestro de miles de hombres y niños, en su mayoría suníes, así como tortura y destrucción gratuita de bienes.

"Los proveedores internacionales de armas, como Estados Unidos, diversos países europeos, Rusia e Irán, deben darse cuenta de que con todas las transferencias de armas a Irak se corre un riesgo real de que acaben en manos de milicias con un largo historial de violaciones de Derechos Humanos", ha reclamado Patrick Wilcken, investigador de Control de Armas y Derechos Humanos de Amnistía Internacional.

"Todo estado que venda armas a Irak tiene que demostrar que se aplican medidas estrictas para garantizar que no son utilizadas por las milicias paramilitares para violar flagrantemente derechos. Si no lo hace no debe efectuarse ninguna transferencia", ha defendido.

Las Unidades de Movilización Popular, compuestas de 40 o 50 milicias distintas, se establecieron a mediados de 2014 para ayudar a combatir a Estado Islámico. Pese a que hasta finales de 2016 no quedaron integradas formalmente en las fuerzas armadas iraquíes, recibían apoyo del Gobierno desde mucho antes, según Amnistía.

En su informe, la ONG se centra en cuatro milicias principales que han cometido "violaciones graves de Derechos Humanos": Munathamat Badr (Brigadas Badr u Organización Badr), Asaib Ahl al Haq (Liga de los Justos), Kataib Hizbullah (Brigadas de Hezbolá) y Saraya al Salam (Brigadas de la Paz).

VENGANZA CONTRA ESTADO ISLÁMICO

Según ha explicado Amnistía, estas milicias han usado sus arsenales para cometer o facilitar violaciones sistemáticas del Derecho Internacional, "aparentemente como venganza por atentados de Estado Islámico", lo que incluye "desapariciones forzosas, ejecuciones extrajudiciales y otros homicidios ilegítimos, y tortura de miles de hombres y niños suníes".

De acuerdo con el informe, los hombres y los niños suníes son sometidos de manera habitual a tortura y otros malos tratos en los puestos de control y los centros de detención controlados por las milicias de las Unidades de Movilización Popular". Además, ha añadido, se desconoce la suerte y el paradero de miles de hombres y niños suníes capturados por estas milicias.

"Las autoridades iraquíes han ayudado a armar y equipar a las milicias de las Unidades de Movilización Popular y les pagan sus salarios. Tienen que dejar de hacer oídos sordos a estas violaciones de Derechos Humanos y crímenes de guerra cometidos sistemáticamente", ha denunciado Wilcken.

CONTROL EXHAUSTIVO DE LOS MILICIANOS

El investigador de Amnistía ha advertido de que "todo miliciano que combata hombro con hombro con el Ejército iraquí debe ser objeto de exhaustivo y riguroso control". En los casos que se sospeche que han cometido "graves violaciones de Derechos Humanos deben ser apartados de sus unidades mientras se llevan a cabo investigaciones judiciales y procesamientos", ha añadido.

"Las milicias indisciplinadas y que no rindan cuentas deben someterse al control y la disciplina de las fuerzas armadas o ser, si no, desarmadas y desmovilizadas completamente", ha reclamado.

Amnistía ha reconocido las "tremendas a amenazas" a la seguridad que plantea Estado Islámico, pero ha dejado claro que pese a las "atrocidades" cometidas por los yihadistas la respuesta por parte del Gobierno iraquí debe "respetar el Derecho Internacional Humanitario y de los Derechos Humanos".

En este sentido, la organización ha instado al Gobierno iraquí a que se adhiera de inmediato al Tratado sobre el Comercio de Armas, instrumento internacional donde se establecen normas estrictas para detener las transferencias y el desvío de armas que puedan fomentar la comisión de atrocidades.

"En vez de aclamar inequívocamente a las milicias como héroes que combaten para poner fin a las atrocidades de Estado Islámico y hacer así que se envalentonen, las autoridades iraquíes deben dejar de hacer oídos sordos a los abusos sistemáticos, que fomentan las tensiones sectarias", ha reclamado Wilcken.

"No basta con hacer cambios superficiales con los que simplemente se reconozca a las milicias como parte de las fuerzas armadas; las autoridades iraquíes deben poner freno con urgencia a las milicias paramilitares", ha insistido.

PETICIÓN A LOS PAÍSES PROVEEDORES

Asimismo, ha reclamado que "los socios internacionales de Irak, en especial los que le proveen de armas, tienen que utilizar su influencia para ejercer presión a fin de que lo hagan".

Más de 20 países han sumistrado armas y munición a Irak durante los últimos cinco años, principalmente Estados Unidos, seguido de Rusia. Según el Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo, las exportaciones de armas a Irak aumentaron un 83 por ciento entre los periodos de 2006-2010 y 2011-2015. En 2015, Irak era el sexto mayor importador de armas pesadas del mundo, ha subrayado la organización.

Según Amnistía, los a menudo caóticos y deficientes sistemas de rastreo de armas de las fuerzas armadas iraquíes hacen que resulte muy difícil determinar dónde van a parar las transferencias de armas una vez en Irak. "Las autoridades iraquíes deben adoptar medidas estrictas para garantizar que los arsenales están seguros y controlados", ha incidido Wilcken.