Como le sucede a muchas personas, Linn quería perder peso. Por ello, la joven empezó a asistir a clases de ejercicios cardiovasculares (como el spinning) e inició una estricta dieta. Sin embargo, esta intención empezó a convertirse en una obsesión. Un día, Stromberg, de 23 años, consiguió el peso que estaba buscando pero, al mirarse al espejo seguía sin sentirse cómoda. Desde entonces, sus dietas se volvieron más restrictivas hasta llegar a consumir apenas 400 calorías al día. Al poco tiempo, estaba tan débil que tuvo que dejar de hacer deporte.
La joven reconoce a The Mirror que, aunque veía como su familia y su novio sufrían por su precaria salud, ella estaba obsesionada. La ansiedad empezó a volverse una constante en su vida y tenía ataques de pánico frecuentemente, se le caía el pelo y siempre tenía frío, pero nada lograba sacarla del abismo.
Sin embargo, cuando unos familiares que hacía mucho tiempo que no veía, se echaron a llorar al verla, algo cambió. Strömberg se dio cuenta entonces que aquello podía llevarla a la muerte. "Recuerdo que mi corazón luchaba por cada latido, recuerdo que pensaba que se pararía en cualquier momento. Pero, a pesar de eso, yo seguía" reconoce la joven, que pesaba entonces 35 kilos.
Con el apoyo de su familia y amigos, la joven comenzó su recuperación. Su novio, Tinn, insistió en que, a parte de reforzar su dieta, sería muy beneficioso para ella asistir a clases de levantamiento de pesas. Aunque a Linn esto no le convencía en un inicio, hizo caso a su pareja y, desde entonces, no ha podido parar.
Ahora, la joven pesa unos 57 kilogramos y come muy sano. "No puedes construir músculo si no le das a tu cuerpo la energía suficiente para hacerlo", dice Linn, que ahora asegura no tener ningún problema con comer de vez en cuando alguna pizza o dulces...algo que hace unos años hubiera sido impensable.