Supermercados cooperativos, donde tú, cliente, eres el dueño

  • Los consumidores quieren demostrar que es posible un comercio diferente

Som Alimentació, en Valencia, parece un establecimiento normal pero no lo es. Se trata de uno de los pocos supermercados cooperativos que existen en España. Muchos clientes son socios, como Nacho, optometrista de profesión. Una vez al mes, durante tres horas, trabaja como reponedor en el establecimiento. Gracias a su colaboración, y a la de los otros 600 cooperativistas, los precios del supermercado son un 20 por ciento más baratos para ellos.

“Es mi forma de aportar mi granito de arena para que los alimentos no tengan que venir desde Bruselas o desde cualquier otra parte”, dice. Porque en Som Alimentació todos los productos son ecológicos y de proximidad. “Aquí los tomates saben a tomate y no a plástico como en las grandes superficies”, dice un cliente.

Otro aspecto importante lo diferencia de la gran distribución: los precios que se pagan a los productores. “Con ellos pactamos precios justos. De media, solemos pagar el doble que un supermercado normal”, asegura Fernando Navalón, responsable de comunicación del establecimiento.

Dos proyectos similares, a mayor escala, se están poniendo en marcha en Madrid: Supercoop, en Lavapiés y La Osa, en Tetuán. Se trata de dos grupos de cooperativistas que aspiran a crear dos grandes supermercados abiertos 12 horas, todos los días de la semana, en los que sea posible comprar todo tipo de productos. Priorizando siempre los alimentos ecológicos y de proximidad.

La filosofía es siempre la misma: los clientes son también propietarios y contribuyen con su trabajo voluntario, tres horas al mes, a abaratar los precios.

En La Osa han captado ya a casi 700 cooperativistas. Su objetivo es llegar a los 1300 socios, suficientes para poder abaratar costes y lograr una reducción en el precio de los productos de entre un 20% y un 50%. Ya tienen local en el barrio de Tetuán y aspiran a abrir el supermercado a partir de septiembre.

Se inspiran en ejemplos como el de Food Coop, en Brooklyn, en Nueva York, y La Louve, en París, dos supermercados cooperativos que llevan años demostrando que la alternativa a la gran distribución es posible y también muy rentable.