La presidenta del máximo órgano de la abogacía española, Victoria Ortega, ha impuesto la medalla al jurista, que en la actualidad es 'of counsel' --nuevo cargo para retener talento-- del despacho Ramón y Cajal Abogados, y le ha pedido que "siga colaborando con la Fundación de la Abogacía Española", y que reitere las necesidades de la Administración de Justicia.
Ortega ha recogido así el testigo del propio Sastre Papiol, quien en su discurso de agradecimiento, ha subrayado, entre otras cosas, "la encomiable labor de la Fundación de la Abogacía Española en tantos países" y "la falta de medios materiales y humanos de los magistrados del alto tribunal".
En su discurso de agradecimiento, el jurista ha manifestado que "sólo la actual parálisis institucional de la coyuntura política ha propiciado un descanso legislativo" para el sector de la abogacía, tras hacer especial mención a las "seis modificaciones sustantivas y otras tantas menos importantes" de la nueva legislación concursal de 2004.
EL PAPEL DEL LETRADO
Sastre Papiol no ha pasado por alto la situación política y económica del país para advertir de que, "en una crisis de valores, de convivencia globalizada y en una crisis de orden y paz alterada, ahora con mayor frecuencia, por atentados terroristas" es cuando se alza "indispensable" la figura del abogado al servicio de la sociedad y de los intereses que les confían, dentro del ordenamiento jurídico".
El magistrado, que ha llegado a ser ponente de 273 sentencias en tres años, ha defendido que "la rapidez y previsibilidad de las resoluciones judiciales disminuyen los costes de transacción y permiten conseguir oportunidades de mercado".
A su juicio, "el excesivo formalismo del procedimiento judicial, la escasa confianza en los mecanismos de resolución de conflictos, y la falta de la citada previsibilidad, son factores que inciden negativamente en la economía del país", ha sentenciado.