Unos irreductibles galos metidos a políticos

Rebeca Gimeno Castelló 15/06/2015 18:52

He encontrado un fallo en el modelo que define cómo funciona el mundo”. El 23 de octubre de 2008 un todavía combativo Alan Greenspan asumía parte de la derrota ante del congreso estadounidense. El gran maestro supremo del capitalismo no terminaba de entender cómo había podido colapsar el sistema financiero de su país. Hacía un mes que había quebrado Lehman Brothers.

¿Qué fue de aquel error en el modelo? Pues que pocos se plantearon llevarlo a una revisión para someterlo a una profunda revisión. Es como si se hubiera detectado una anomalía en el motor de los coches y siete años después se siga circulando con la señal de alarma activada. Y no pasa nada. ¿O sí?

Estamos en 2015. Toda la economía está ocupada por los ortodoxos (los que creen, por ejemplo, que la libre competencia la mejor manera de organizar la economía)… ¿Toda? ¡No! Un grupo de irreductibles economistas resiste todavía… Y algunos de ellos acaban de ser nombrados concejales por las nuevas alcaldesas de Madrid y Barcelona

Manuela Carmena, de Ahora Madrid, ha confiado el área de Hacienda a Carlos Sánchez, ex militante de Izquierda Unida y miembro del colectivo Economía Crítica. Agustí Colom también pertenece a este grupo y ha sido elegido por Ada Colau para encargarse de la concejalía de empleo, empresa y turismo en el ayuntamiento de Barcelona.

Son dos ejemplos de dos economistas y profesores empeñados en repensar esta materia tras la peor crisis que se recuerda. Una obviedad para la gran mayoría de las personas ajenas al mundo económico pero que no ha terminado de materializarse de forma visible en las universidades.

“En mi opinión ha cambiado muy poco la forma de enseñar la economía estos años. Para mí es una paradoja que habría que ir a psiquiatra para entenderlo”, opina Fernando Luego, compañero de Sánchez y otro profesor “irreductible”. Detrás de él, en la facultad de Economía de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), cuelga una sábana pintada anunciado el siguiente curso: “Repensar la economía, más allá del homoecomicus

“En esta facultad muchas clases se sigue explicando la teoría económica a partir de la existencia de un consumidor racional y la competencia perfecta... ¿pero cómo es posible?”, se cuestiona Luengo.

El caso de la UCM no es en absoluto aislado. Se repite en la mayoría de las facultades de economía de todo el mundo. Tanto es así que hace justo un año surgió un movimiento estudiantil en 19 países reclamando un mayor pluralismo en las aulas con una carta abierta: "No es sólo la economía mundial la que está en crisis, la enseñanza de la economía está también en crisis y sus consecuencias van más allá de las aulas. Lo que se enseña en la Universidad moldea la mentalidad de las próximas generaciones de políticos, y por tanto da forma a la sociedad en la que vivimos".

Esta idea ha inspirado en parte la última película sobre la crisis: Boom, Bust, Boom dirigida por Bill Jones y Terry Jones. Ya no se trata de averiguar cómo llegamos hasta esta monumental crisis sin casi verla venir (algo que cuestionó hasta la Reina Isabel II de Inglaterra en varias ocasiones), sino ¿cómo es posible que la enseñanza de la economía no haya vivido una revolución?

El documental, sin fecha de estreno en nuestro país, recupera la figura de un economista mayoritariamente ignorado, Hyman Minsky, que ya en los años setenta vaticinó la crisis que llegaría cuarenta años después. El capitalismo era un sistema que generaría sus propios fallos en tiempos de bonanza, aseguraba Minsky sin utilizar ni una sola ecuación matemática, tan de moda ahora en cualquier teoría económica que se precie. Él sostenía que cuando todo iba bien la gente tendía a asumir mayores riesgos y a olvidarse de que algo malo podría llegar a pasar. Entonces llegaría el temido “momento Minsky”: las caídas en bolsa, los impagos, el desempleo…

Janet Yellen, hoy presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos declaró en 2009, años antes de ocupar su actual puesto, que las teorías de Minsky se habían convertido en una lectura obligada.

“Resultaría interesante hacer una encuesta entre los profesores de esta facultad para ver cuántos conocen o les suena de algo el nombre de Minsky”, reta Luengo con una sonrisa.

Ni Minsky ni sus seguidores han terminado de calar en el mundo universitario de los países ricos. Pero algunos de estos profesores críticos han decidido dar el salto al mundo de la política. El caso más reciente es el de Sánchez en el Ayuntamiento de Madrid. Pero hay otro mucho más mediático: Yanis Varoufakis, el ministro de economía griego. Todos están empeñados en defender una visión alternativa de la economía. Está por ver todavía si consiguen vencer al discurso ortodoxo desde la política.