La actriz mexicana Salma Hayek cuenta en una carta abierta, publicada en 'The New York Times', cómo cuando tantas mujeres dieron un paso al frente para describir lo que les hizo el productor Harvey Weinstein ella se vio obligada a enfrentarse a su cobardía y aceptar humildemente que su historia, aunque fuera tan importante para ella, no era más que una gota en un océano de pesar y confusión.
"Sentí que a estas alturas a nadie le iba a importar mi dolor; quizá era un efecto de todas esas veces que me dijeron, especialmente Harvey, que no era nadie", escribió la actriz mexicana que definió su experiencia, durante el rodaje de 'Frida', con Harvey Weinstein como "una pesadilla".
Cuenta Hayek, entre otras cosas, cómo rechazó todas las proposiciones que le hizo el productor Harvey Weinstein y cómo este llegó a amenazarla de muerte. Recuerda con pesar que fue en un ataque de ira cuando él le dijo las palabras más temibles: "Te voy a matar, no creas que no puedo".
Hayek explica cómo aprendió a decirle no al poderoso productor de Hollywood. "Le dije que no a abrirle la puerta a cualquier hora de la noche, en cualquier hotel, locación, donde se presentaba de manera inesperada, incluso en rodajes en los que no estaba involucrado; le dije que no a su pedido de verme mientras me daba un baño, le dije que no a que me hiciera masajes, le dije que no a que un amigo de él me hiciera masajes, no a que me hiciera sexo oral".
La actriz recuerda que, en una ocasión, cuando finalmente quedó convencido de que no iba a ganarse la película como él esperaba que lo hiciera le dijo que le había ofrecido el papel y mi guion, hecho con años de investigación, a otra actriz: "Para él yo no era una artista; ni siquiera era una persona. Era una cosa: una nadie, solo un cuerpo".
Hayek ha explicado en su carta que quizá la salvó de la violación de Weinstein su amistad con George Clooney y Quentin Tarantino.
Con la denuncia pública de Salma Hayek ya son más de 80 las mujeres que acusan al todopoderoso productor de Hollywood.