Luisgé Martín rememora la aceptación de su homosexualidad en su novela más personal

EUROPA PRESS 20/09/2016 18:14

El escritor ha agradecido en rueda de prensa este martes en Barcelona que existan editoriales dispuestas a acoger a "errados y desviados" del mundo literario, y ha asegurado que su editor, Jorge Herralde, no ha cambiado ni una sola palabra de su texto; mientras que Herralde ha aprovechado para destacar la sinceridad que se puede encontrar en la novela.

El escritor ha asegurado que siente haber tenido una "juventud perdida" debido a sus problemas para admitir su condición sexual, y ha asegurado haber entendido muchas cosas cuando ha tomado distancia de los hechos.

Ha relatado que le costó aceptar su homosexualidad y siendo adolescente se hizo una promesa a sí mismo: "En 1977, a los quince años de edad, cuando tuve la certeza definitiva de que era homosexual, me juré a mí mismo, aterrado, que nadie lo sabría nunca".

Martín ha afirmado que esta es la novela que "necesitaba escribir" y en ella explica los problemas de pertenecer a determinada sociedad, que crea prejuicios y enfermedades para buscar una explicación a algo tan simple como los gustos personales.

Ha asegurado que ser adolescente en España en los años 70 no fue fácil, con una dictadura que atacaba y perseguía a las personas por su inclinación sexual y un período de transición en el que no había mucho espacio para poder sentirse libre.

LA ACEPTACIÓN DE UNO MISMO

Martín ha repasado la necesidad de aceptar lo que se es, la adolescencia, los primeros deseos, la culpa, y por fin, el momento del cambio, la aceptación de la propia identidad, las primeras amistades homosexuales, para al final comprender que no hay nada malo en él, que no es una "cucaracha".

Así, pese a su promesa personal, en 2006, se casó con un hombre en una ceremonia civil ante 150 invitados: "Entre los que estaban mis amigos de la infancia, mis compañeros de estudios, mis colegas de trabajo y toda mi familia".

El debate, actualmente, aseguran que "está cerrado", por la pérdida de influencia de la iglesia, aunque el escritor ha asegurado que hay que seguir alertando de que ser homófobo "no es una opinión, es una enfermedad".

Ha abogado por educar en la escuela y a la ciudadanía y endurecer las leyes contra la homofobia y el odio, y espera que la novela sirva de espejo para sus lectores porque cuando se superan los 50 años uno entiende que "la vida es un suspiro", ha dicho.