'Himmelweg', la obra de Juan Mayorga que mezcla lo contemporáneo y lo histórico, llega al teatro Fernán Gómez de Madrid

EUROPA PRESS 01/02/2017 14:54

El texto, que ha sido traducido en catorce lenguas y que ha llegado a escena en 33 producciones profesionales, es una fábula del pasado que habla de la actualidad y reflexiona sobre cómo las mentes son moldeadas a conveniencia de los estamentos de poder.

En la obra, ambientada en la Segunda Guerra Mundial, intervienen tres personajes: un delegado de Cruz Roja (Elena Rallos) al que se encarga inspeccionar un campo de concentración y al que se le presenta una mentira ideada por un comandante nazi (Raimon Molins) con la ayuda del jefe de la comunidad judía (Guillem Gefaell), que no sabe si está trabajando para la salvación de su pueblo o si está cooperando con los verdugos. En el escenario acompañarán a estos personajes una serie de muñecos.

Para Raimon Molins, encargado de dirigir el montaje, el texto es "terriblemente" contemporáneo utilizando algo histórico y provoca cómo proyectarnos en el futuro. Por ello, ha destacado la "madurez" del discurso por la "provocación" en la forma artística y teatral.

Asimismo, el actor y director ha comentado que la obra habla del "horror" de ayer, de hoy y del posible horror de mañana que estamos cultivando ya, pero con "mucha belleza" en sus imágenes. La "belleza del horror", a su juicio, es lo que sugiere al público sus pesadillas.

Durante su intervención, Juan Mayorga ha afirmado que el título de la obra, cuya traducción es 'camino del cielo', alude a un "perverso eufemismo", porque con ese nombre era conocido el trayecto que llevaba desde los trenes a las cámaras de gas. Para Mayorga, la historia, aunque procede de un evento histórico, es una construcción ficcional.

Según ha relatado el autor, los temas que aparecen en el montaje de Raimon Molins son la invisibilización del horror, porque cuenta cómo un crimen es enmascarado; la invisibilidad del horror, por la incapacidad del delegado de la Cruz Roja para mirar una verdad insoportable; la manipulación de las víctimas, que son forzadas a sostener la versión de los verdugos; la responsabilidad moral, porque el dispositivo que pone en marcha el comandante hace que todos los personajes se pregunten: "¿Qué debo hacer?"; la tensa relación entre el teatro y la vida, ya que para vivir necesitamos construir personajes; y el ambiguo poder del teatro, que puede trabajar tanto en el desvelamiento de la verdad como en su ocultamiento.

Sobre este montaje de su obra, Mayorga ha dicho que es "tan hondamente moral como paradojicamente hermoso" y ha destacado que el uso de los muñecos es algo "completamente coherente" y "extraordinariamente productivo".

Por otro lado, Mayorga ha manifestado que los actores han conseguido construir una "experiencia poética" que "nunca es sentimental" pero que "siempre es emocionante", y que, a su juicio, también es "emocionante" que un trabajo que ha nacido en Barcelona pueda verse y apreciarse en Madrid.