'Freiheit' reivindica el derecho de las mujeres a ser egoístas y a quererse a sí mismas más que a su familia

EUROPA PRESS 22/10/2017 16:41

Estos sentimientos de rebeldía y ansias de libertad están encarnados en Nora (Johanna Wokalek), una mujer que se encuentra en el ecuador de su vida. En busca de una identidad cambiante que se "disuelve" a lo largo del filme, Nora desaparece sin mediar palabra, dejando atrás su vida familiar para emprender un viaje hacia lo desconocido y tratar de conocerse mejor a sí misma, tal como ha explicado el productor Sol Bondy.

Speckenbach rompe así con los estereotipos que sobrevuelan el concepto de la maternidad y la frase hecha del padre 'que se marcha a por tabaco para no volver'. Nora no es una loca ni una mala persona por alejarse de su marido, Philip (Hans-Jochen Wagner), y sus dos hijos, sino que, simplemente, ejerce su derecho a ser egoísta y a abandonar su entorno.

Esa "lucha" por lograr la libertad a costa de los demás o incluso de uno mismo es lo que hizo que la productora Jamila Wenske se enamorara del proyecto, ya que, según ha reconocido, es "muy complicado" para una mujer dejar la vida a la que está "atada" y es poco habitual ver a un personaje femenino en esta tesitura.

Sin embargo, el espectador desconoce las motivaciones de la protagonista hasta la mitad del filme, cuando se revela que Nora, cansada de la rutina y de una familia que día a día suma pequeños desprecios hacia ella, comprende que su libertad significa no depender de terceras personas.

Viaja a Viena, donde mantiene relaciones con un joven. Después, hace autostop y llega a Bratislava, donde conoce a Adela, una 'striper' eslovaca con la que entabla amistad y encuentra trabajo de camarera de hotel donde trabaja como cocinero el marido de esta, Tamás.

EMPATÍAS INTERCALADAS

La aventura introspectiva de Nora se intercala con la historia de Philip, un hombre superado por los acontecimientos que trata de gestionar su familia, su trabajo como abogado y su romance con Monika, una antigua amiga de su mujer. Además, en contra de sus convicciones, se ve obligado a defender a un adolescente racista que, de una paliza, ha dejado a un africano en coma.

Aunque todo el "peso" del protagonismo recae sobre el personaje de Nora, Wenske ha reconocido que la mezcla de su línea argumental y la de Philip genera en el público un "sentimiento de empatía" que se inclina a favor de uno u otro "al 50 por ciento".

En definitiva, ha explicado Bondy, la película "juega" con la idea de que el personaje de Nora persigue un anhelo que nunca va a ser consumado: la libertad. Al igual que la Torre de Babel, elemento que cierra el círculo narrativo, su búsqueda de libertad va a quedar siempre "incompleta e inexistente".

REALISMO MÁGICO VISUAL

Speckenbach, que también es videoartista, además de un gran aficionado al teatro, ha incluido en esta cinta elementos que, sin ser "estrictamente realistas" se insertan de forma coherente en el relato, ha explicado Bondy en referencia a las proyecciones de recuerdos sobre el entorno y los personajes que salpican la película.

Se trata, ha agregado Wenske, de una licencia que ya se ha convertido en una "seña de identidad" del realizador alemán y que Bondy ha calificado como una técnica de "realismo mágico" cuyo fin es recordar al espectador de que se trata, al fin y al cabo, de una historia ficticia.