Sus compañeros han querido darle el último adiós, y lo han hecho mediante una carta, en la que han resaltado su gran corazón y su humildad. La carta decía lo siguiente:
"Nos ha dejado un amigo muy querido. Un alma libre, un corazón muy grande y un hombre bueno y humilde. Álvaro era un atleta de la vida y se ha ido haciendo aquello que más le gustaba: volar... y para quienes tuvimos el priviliegio de conocerle, su ausencia deja un vacío que sólo podremos ir cerrando, muy poco a poco, con el recuerdo de su sonrisa.
Los hombre son más valientes cuando imaginan que no tienen nada que perder y a ti te gustaba vivir como has vivido, con mayúsculas. Pero hoy la vida te ha hecho un quiebro inesperado.
No podemos controlar nuestros sentimientos escogiendo el objeto de nuestros amores, y tu amabas lo que amabas. Por eso sabemos que, allá donde estés, seguirás repitiendo al viento aquellas palabras de tu padre que siempre llevabas contigo:
" Vivir no es sólo existir, sino existir y crear.
Saber gozar y sufrir, y no dormir sin soñar.
Descansar... es empezar a morir."
A veces perdemos la memoria de las palabras, pero no la memoria de las emociones.
Por eso Álvaro, siempre vivirás en nuestro corazón".