Marion Mueller: "El oro es un valor refugio en tiempos de crisis"

cuatro.com 20/04/2013 00:34

El gramo de oro de 24 quilates ha subido de los 10 euros a los que se cotizaba en el mercado en el 2002 a los casi 40 de hoy día. Por eso, miles de familias que viven con problemas económicos no tienen más remedio que empeñar sus joyas y sus recuerdos en algunas de las miles de tiendas de compro-venta. Julio es uno de los propietarios de estos establecimientos, él nos cuenta cómo es el proceso que sigue la compra y venta de oro hasta que salen a las fundidoras internacionales.

"En los últimos años se ha producido una fiebre del oro", según uno de los principales mayoristas que operan en nuestro país y que factura al año 48 millones de euros, aunque asegura que la ganancia no es tan grande y que no llega a los 100 o 200 euros brutos por Kg. de oro. Además nos explica el proceso que sigue el oro en España. "Las familias lo venden a las compra-venta, que lo funden en barras de 18 quilates en pequeñas refinerías nacionales para que las adquiramos los mayoristas. Así salen a fundidoras internacionales donde se convertirá en oro de 24 quilates, oro puro, lingotes de inversión en muchos casos".

La dependienta de otro compro-oro en Granada nos abre las puertas de su establecimiento, para contarnos algunas de los casos con los que se ha encontrado durante los últimos meses. "Me ha llegado una señora hace poco con un empaste de oro y me ha entregado la muela aun sangrando, se la había arrancado para venderla", nos dice mientras sostiene una dentadura de oro que valora en unos 460 euros.

María del Socorro es una de las miles de personas que han tenido que recurrir a la venta de sus joyas para poder sacar adelante a su familia. Su madre murió hace unas semanas y uno de los últimos recuerdos que tiene de ella es un anillo de oro que heredó, "lo vendo para poder comer porque somos cinco en casa, todos parados, y vivimos de la pensión por la discapacidad de mi hija, una cantidad insuficiente". Un recuerdo por el que le dan 165 euros mientras llora resignada, viendo cómo desarman el coral del anillo porque no tiene valor en el mercado.