Callejeros Viajeros: Bangkok

CUATRO 25/09/2009 09:56

Bangkok es uno de los principales centros financieros de Asia y en sus aceras conviven, en total armonía, millonarios dedicados a los negocios con familias que sobreviven de lo que sacan vendiendo en un pequeño puesto callejero. La mayor parte de los tailandeses hacen todas sus comidas en la calle, de hecho, es muy habitual que en las viviendas no haya cocina. Las calles están abarrotadas de puestos de comida en los que se puede encontrar cualquier alimento que se imagine. Desde uno pato laqueado que van cortando en trozos, hasta saltamontes y escorpiones que se comen a puñados las personas que provienen de las zonas más humildes de Tailandia.

Y de las zonas más humildes de Tailandia provienen la mayor parte de mujeres que se dedican a la prostitución. Según un reciente estudio, el negocio del sexo supone el 30 por ciento de la economía de Tailandia. En Bangkok hay cuatro barrios rojos. La cámara de Callejeros Viajeros conoce de cerca como es la vida de las miles de chicas y transexuales que se exhiben casi desnudas a la puerta de los locales y se ofrecen sin cesar a los turistas.

Todo tiene cabida en una ciudad llena de contrastes. Junto a los locales famosos porque sus bailarinas lanzan bolas de ping pong con la vagina, hay altares budistas a los que las mismas señoritas van a rezar después de su jornada de trabajo. Muchos tailandeses presumen de ser el único país budista que queda en el mundo. En Bangkok son muchos los templos dedicados a buda, enormes moles decoradas con oro a los que cada día acuden miles de personas a realizar ofrendas. Callejeros viajeros nos acerca al más curioso de los templos: un altar a la fertilidad lleno de falos de inusitado tamaño que han dejado las parejas a modo de ofrenda.

"En España, en los jardines de las casas se encuentran lagartijas, aquí se encuentran cobras"... Así resume su trabajo Fran Cuesta, un español que lleva 10 años en Bangkok y que se dedica a rescatar a las serpientes, la mayoría de ellas mortales, que se cuelan a diario en los domicilios de Bangkok. "Es una ciudad construida en mitad de una selva, es lógico, somos nosotros los que invadimos su territorio" dice, mientras se acerca descalzo y armado con un pequeño palo para capturar una cobra de dos metros que se ha metido en una casa de las afueras de Bangkok. "Si me muerde, me mata" afirma mientras agarra la cabeza del reptil.