Maradona o Messi son D10s, Ronaldo es Cristiano y el fútbol es una de las cosas más sagradas de nuestra sociedad, sino la más sagrada. El balompié es la gran religión del siglo XXI y el Vaticano, al quite, ha sabido ser muy sensible a esta realidad. Mucho más desde que el nuevo Papa es argentino y lleva el balompié en la sangre, como Diego Armando o Leo Messi. Francisco I está a un tris de pasar a la historia como el Papa futbolero.
Todo empezó el mismo día que Jorge Mario Bergoglio asumió el papado. Ese día se conoció que era hincha de San Lorenzo, socio del club bonaerense para más señas, y para qué queremos más. La institución argentina reaccionó con rapidez y le homenajeó con una camiseta ad hoc para que todo quedara en casa. Entre santos y su santidad andaba el juego.
Desde que el mundo tuvo conciencia de que a Francisco I le iba el fútbol, no hay visitante ilustre que se deje caer por la Plaza De San Pedro sin el manto sagrado de su equipo. Todos quieren ver al Papa y quieren verlo con la camiseta de su equipo en las manos de Dios en la tierra… y claro, los armarios empiezan a no ser suficientes. En España se han movido rápido, de momento, la selección española y el Barcelona.
Pero fuera de nuestras fronteras se ha desatado todo un apocalipsis vaticano-textil sin precedentes. En Argentina todos han querido honrar a su compatriota. En Italia, están obligados por proximidad. Colombia también ha buscado el favor divino. Brasileños, ingleses … ¡nadie se resiste a regalarle la camiseta de su equipo al Papa!
Sabemos que problema de espacio para guardar tanta camiseta no va a tener aunque empieza a ser urgente que alguien diga a las comitivas que vayan pensando en relojes o colonias como posibles regalos papales. Mientras tanto, hay algo que está claro: