Con ‘f’ de flúor…

cuatro.com 16/10/2013 11:00

El Príncipe de Bel Air o Punky Brewster. Ellos fueron los primeros, los adalides de la moda flúor. Entonces no llamaban tanto la atención, es cierto. Eran otros tiempos, en concreto los ochenta, que todo lo podían y que siempre vuelven. Han regresado tantas veces a nuestras vidas que ya no nos sorprende vernos hoy delante del espejo con una camiseta amarilla chillona con un Acid House flúor en el pecho. Está asumido, no así que el fútbol, otrora paradigma de la rectitud estilística, haya sucumbido al último grito fashion.

El flúor está conquistándolo todo dentro de nuestras canchas. Moda y complementos. Conjuntos enteros como el tercer conjunto del Rayo Vallecano u Osasuna, o detalles menores como los últimos auriculares exhibidos por Víctor Valdés con la Selección. Todos tienen un denominador común: son gritones, llamativos y ciertamente estrafalarios.

El flúor ha llegado al fútbol como sin querer. Entró en nuestras vidas gracias a experimentos textiles como los de hace algunos años del Getafe.

Y se terminó quedando a vivir en la Liga gracias a la apuesta culé por la vanguardia estilística. O su segunda camiseta del año pasado era una apuesta clara por introducir la moda flúor en nuestros estadios o algún diseñador hoy, ahora, navega por Linkedin en busca de un futuro mejor.

El Barça se anticipó a (casi) todos. Incluso a Martino. Porque dentro de toda esta locura actual por los colores flúor hay quien quiere ver en el manido polo pistacho del técnico culé un intento a la argentina por subirse al carro de lo que más se lleva en la calle. Y ciertamente no, Martino tiene poco que ver con el Príncipe de Bel Air, por más que alguno quiera ver en su prenda fetiche un parecido más que razonable.

El flúor está en las calles y en las canchas y quien no quiera verlo vive de espaldas a una realidad bien visible.