Yo siempre he dicho que no creo que en los videntes, pero tendré que empezar a pensar en mis palabras. Sin rubor les contaré que Paloma Navarrete tuvo que pasar su examen aunque ella no era consciente de ello. Yo no podía creer que fuera cierto lo que se contaba de ella hasta que se produjo tal examen”.
Recuerdo perfectamente que en una ocasión Paloma llegó a una pared y aseguró ver un pasillo y a una niña que corría por él. Cuando Paloma describió con todo lujo de detalles a la niña que veía, la cara de una de las personas que nos acompañaba se tornó dramática. Paloma aseguró además que la niña escapaba de un médico que pretendía pincharle con una jeringuilla, algo que posteriormente descubrimos analizando los archivos del antiguo hospital.
Esto mismo ha ocurrido en esta ocasión con Aldo Linares y la casa de Elda, y esto hace que no sepa qué pensar. Yo tenía en mi código que una persona no podía controlar su poder de videncia, pero ellos aseguran que todos tenemos este don, don que en algún momento perdimos. ¿Lo perdimos por nosotros mismos? ¿Por nuestro entorno? ¿Tapamos con lluvia y con arena la mente del niño que tenía estas facultades?
Habría que analizar también si tener esta capacidad es realmente algo bueno.
Hasta dentro de siete días, amigos.
IKER J.