Catedrales submarinas de hielo (2 de 2)

cuatro 15/06/2009 16:47

Todo iba bien hasta que desde arriba nos avisan por los intercomunicadores que llevamos puestos que la grieta se está cerrando a una velocidad increíble, que avanza sin parar y se cerrará inmediatamente. Buceamos muy profundo y dentro de cuevas de hielo, por lo que nos llevará un rato considerable ascender, y luego nadar bajo el agua hasta la grieta, que en ese momento ya sólo medía diez metros por tres de ancho.

Si se cierra estamos atrapados y muertos.

El intercomunicador se colapsa de órdenes: ¡subid!, subid, subid. La grieta se cierra, coño, que se cierra. SUBIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIID….

 

Yo estoy más cerca de la grieta y en un ascenso vertiginoso alcanzo el borde, y me mantengo a unos cinco metros haciendo la parada de seguridad, mientras espero mirando hacia el azul profundo a que aparezcan María y Oscar con las pesadas cámaras submarinas.

No llegan y la grieta no para de cerrarse. Los llamo desesperadamente por el intercomunicador, y los oigo bajito, pero los oigo.

 

Arriba Tigre, Thomas y Emilio están hechos un manojo de nervios. ¡Quieren que salgamos ya!. Nos dicen que se cierra con tanta rapidez que está desarmando el mismísimo borde de la banquisa debido a la presión que ejercen los cascotes de hielo sobre el borde helado.

¡Ya los veo! Veo la luz de la cámara. ¡Uf¡ Qué alivio, ya casi están aquí. Les hago señas para que aceleren, y yo me voy definitivamente hacia fuera por la estrechísima grieta que queda. Mientras esperaba se había desplomado una plancha de hielo que cerró la grieta por un lado mientras el pequeño iceberg amenazaba con desplomarse del todo.

 

En cuanto asomo tiran de mi cuerpo y me sacan con botellas y todo a la superficie del hielo. Después lo hacen María y Oscar.

Y justo en ese momento y sin quitarnos aun las aletas se cierra de repente la grieta y además empieza a colapsarse la banquisa.

Tenemos que meternos hacia el interior, y mover rápido las motos de nieve o todo se irá al fondo.

La velocidad a la que se desarrollaron los hechos ha sido increíble. Por un minuto casi no lo contamos. Tenemos imágenes brutales de cómo se colapsó y cerró la grieta y de los nervios que se vivieron fuera y dentro del agua. Dios mío, qué cerquita ha estado.

 

Sin duda estamos ante uno de los buceos más exigentes y difíciles que existen y nada puede fallar. De hecho, vamos a tener más cuidado de ahora en adelante, y  no arriesgaremos hasta el último minuto.

Este es un océano muy vivo, de hielos imprevisibles que se mueven a su antojo y nosotros somos unos granitos  de arena sobre su superficie.

Ha sido emocionante pero adrenalítico. Nos esperan aún muchas aventuras submarinas.

La siguiente que queremos es hacer un agujero en el hielo y sumergirnos para descubrir  qué se esconde ahí abajo.

 

Seguid atentos porque os lo contaré en la siguiente crónica.

Por cierto, doy las gracias a María, Oscar y Tigre, porque sin su ayuda esto sería imposible. Han grabado unas imágenes submarinas que son de lo más espectacular que yo he visto nunca. No os las perdáis tampoco en la próxima temporada de Desafio Extremo.

Jesús Calleja desde el ártico canadiense.