La secuela de 'Ocho apellidos vascos' llegará al paraíso perdido de Cuatro

cuatro.com 30/10/2014 16:56

El entorno idílico de la isla de Croacia empujará a los nuevos Adán y Eva a mostrarse abiertos al amor, pero las diferencias entre el norte y el sur de España, como una peculiar versión de “Ocho apellidos vascos” en modo playero, saltarán en los momentos menos esperados. Carlos es un hombre sensible y romántico que vive en el sur.

Su Eva, Maite, es una chica del norte de armas tomar. Dos fuertes personalidades que mantendrán un continuo tira y afloja sentimental y para los que las diferencias podrían pesar más que el deseo de encontrar el amor. El exagerado romanticismo de Carlos y la aparente frialdad de Maite no parecen a simple vista demasiado compatibles. La batalla que se abre entre ellos cada vez que pretenden mantener una conversación tranquila no lo pondrá nada fácil. Y la llegada de una serpiente de carácter enérgico y atrevido terminará por hacer saltar por los aires la calma idílica del paraíso.

Choque de trenes en el paraíso

Carlos es un fornido exbombero y socorrista de 37 años que vive en Cádiz. Sociable y extrovertido, Carlos es un romántico y admite ser un hombre muy sensible al que le gustan las chicas con personalidad. Desde que cogió algunos kilos reconoce que ha bajado su nivel de exigencia respecto a las mujeres. En el amor, ha tenido numerosos desengaños y ha salido bastante escarmentado de algunas de sus decisiones. Para él, “Adán y Eva” supondrá un punto de inflexión: le hará descubrir si debe seguir siendo un trotamundos sentimental o si sentar la cabeza con una mujer que lo merezca.

Maite es de Bilbao. Muy de Bilbao. Es estilista y bloguera de moda. A sus 36 años todavía no ha tenido mucha suerte en el amor tras varias relaciones largas de ida y vuelta que han terminado por no cuajar. Reconoce que tiene un carácter muy fuerte y que su aplastante sinceridad puede llegar a asustar a los hombres. Sus prejuicios frente a la personalidad de los hombres y las diferencias regionales no son pocos, por lo que desnudarse física y emocionalmente le resultará más que útil para dejar atrás algunas de esas convicciones. A Maite le cuesta mucho mostrar sus verdaderos sentimientos, lo que hace que a veces la tachen de fría o insensible.

Carlos y Maite lo tienen todo para encontrar el amor: un entorno idílico, mucho tiempo libre para conocerse y todas las necesidades domésticas cubiertas… Parece que todo, menos ellos, está dispuesto para la pasión. Y es que Carlos y Maite son muy suyos. A lo largo de su estancia en la isla se acercarán, se alejarán, se dejarán llevar por la calma… Y también por la guerra. Entre tanta hostilidad, un nuevo visitante llega a la isla. Su energía, su vitalidad y ciertas dosis de atrevimiento harán saltar las alarmas en el Jardín del Edén. Cambiarán las tornas, el interés girará de dirección y los celos mostrarán su cara más juguetona. En este punto, todo puede pasar en el paraíso.