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Así es Oseja de Sajambre, el único pueblo que no vivió el apagón eléctrico en España

Oseja de Sajambre. Ayuntamiento de Oseja de Sajambre
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Mientras millones de hogares, oficinas, hospitales y estaciones de transporte en España y Portugal se quedaban a oscuras durante el gran apagón eléctrico del 28 de abril de 2025, un pequeño municipio leonés, encajado entre montañas en pleno Parque Nacional de los Picos de Europa, mantenía la luz encendida. Oseja de Sajambre, con apenas 226 habitantes censados, se convirtió en el único municipio peninsular que esquivó por completo el corte de suministro gracias a una infraestructura energética autónoma que ha pasado inadvertida durante años y que hoy se estudia como modelo de resiliencia.

Un apagón sin precedentes y un solo enclave con luz

El apagón, uno de los más graves registrados en Europa Occidental en la última década, se originó por un fallo súbito que retiró de forma inesperada 2,2 gigavatios del sistema eléctrico peninsular. Según explicó la secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen, el colapso tuvo su epicentro en tres subestaciones situadas en las provincias de Badajoz, Granada y Sevilla, y afectó durante varias horas a millones de usuarios. Aunque se descartaron las hipótesis de que fuera fruto de un ciberataque o un sabotaje, las investigaciones abiertas por Red Eléctrica siguen en curso para determinar si se trató de un fallo técnico en cascada o un defecto de control remoto mal gestionado.

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En ese escenario de desconcierto casi generalizado, Oseja de Sajambre resistió como una isla energética. Mientras el resto del país se paralizaba, allí los frigoríficos seguían funcionando, las bombillas no parpadearon y la televisión siguió retransmitiendo con normalidad.

La razón de esta excepción no tiene que ver con la suerte, sino con la previsión. Hace más de una década, el alcalde de la localidad, Antonio Jaime Mendoza, impulsó junto a su corporación municipal la recuperación de una vieja minicentral hidroeléctrica ubicada en el río Sella. El objetivo no era ambicioso: “Queríamos tener una alternativa para esos días en los que el mal tiempo nos dejaba aislados”, explicó Mendoza en una entrevista reciente.

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La minihidroeléctrica se rehabilitó con ayuda de fondos LEADER y fondos europeos de desarrollo rural. El sistema quedó configurado de tal forma que, en caso de fallo en la red general, la instalación pudiera entrar en “modo isla”, es decir, desconectarse de la red nacional y operar de manera autónoma, alimentando exclusivamente a los usuarios locales. Este tipo de funcionamiento, que requiere una infraestructura muy específica y una vigilancia técnica constante, fue activado de forma automática durante el apagón.

Una lección de resiliencia energética

El caso de Oseja de Sajambre ha llamado la atención de ingenieros, responsables políticos y expertos en seguridad energética. Lo que comenzó como una solución frente a los apagones invernales que dejaban al pueblo incomunicado, se ha convertido en un ejemplo de soberanía energética en tiempos de vulnerabilidad de las redes globales.

Además, el sistema no solo sirve al núcleo principal de Oseja. Las localidades cercanas de Amieva y Ponga (Asturias), también conectadas al mismo microentramado energético, pudieron mantener parte de sus servicios básicos durante el corte.

“No fue un milagro, fue previsión”

El alcalde de la localidad explicó que lo ocurrido no debe entenderse como una anécdota aislada, sino como la consecuencia directa de una política pública orientada a mitigar riesgos. “Aquí sabemos que las cosas acaban pasando, porque nos han pasado. No estamos desconectados del mundo, pero sí sabíamos que podíamos quedarnos sin luz, y nos preparamos”, declaró.

El alcalde también quiso aclarar que no se siente orgulloso por haber sido el único con electricidad mientras el resto del país sufría, pero sí espera que este caso sirva como referencia para la descentralización de la generación energética y la recuperación de instalaciones locales abandonadas.

¿Un modelo replicable?

La respuesta corta es sí, aunque no sin dificultades. El modelo de Oseja de Sajambre se basa en una ubicación privilegiada con acceso a un curso fluvial estable, baja densidad de población y una gestión pública ágil que permitió sortear trabas administrativas. Replicar ese modelo en núcleos urbanos o municipios más extensos requiere inversiones mucho más elevadas, rediseño de redes y un marco regulatorio que actualmente no siempre favorece las microrredes locales.

Aun así, tras el apagón, varias diputaciones y comunidades autónomas han solicitado informes sobre el modelo técnico y económico de Oseja, según fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica.

La historia de Oseja de Sajambre no es solo la de un pueblo que no se quedó a oscuras: es la historia de una comunidad que asumió que la fragilidad energética existe y decidió adelantarse a los problemas. En un momento en que Europa debate cómo blindarse frente a posibles apagones, ciberataques o tensiones en los mercados energéticos internacionales, el ejemplo de este rincón leonés debería formar parte de esa conversación.