Un nuevo implante cerebral permite a personas ciegas como Miguel percibir formas y letras: “Volver a sentir el mundo es increíble”
Un implante cerebral con microelectrodos ha permitido a varios pacientes ciegos identificar movimientos, formas e incluso letras,
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Caminar sin ayuda, saludar a alguien o distinguir una forma o una letra son acciones cotidianas que la mayoría damos por sentadas. Sin embargo, para quienes han perdido completamente la visión, poder percibir cualquier destello del entorno es un sueño.
Hoy, gracias a un avance médico desarrollado por investigadores de la Universidad Miguel Hernández (UMH), ese sueño empieza a hacerse realidad. Un implante cerebral con microelectrodos ha permitido a varios pacientes ciegos identificar movimientos, formas e incluso letras, inaugurando una nueva etapa de esperanza para las personas que viven sin ver.
Miguel Terol sabe lo que significa. Ciego desde hace seis años, ha vuelto a experimentar la sensación de percibir su entorno. En una de las pruebas, se le ve caminar solo, sin bastón ni ayuda, saludar a otra persona y dirigirse hacia una silla sin tropezar. “Percibir algo, cualquier cosa, una persona que sea ciego total como yo, pues el percibir algo ya es todo”, confiesa emocionado. Para él, cada destello que logra identificar es un paso más hacia una vida más autónoma y conectada con los demás.
Percibir algo, cualquier cosa, una persona que sea ciego total como yo, pues el percibir algo ya es todo
El secreto del avance no está en los ojos, sino en el cerebro. Como explica el investigador Eduardo Fernández Jover, del Instituto de Biomecánica de la UMH, “no vemos con el ojo, todos vemos con el cerebro”. Los pacientes utilizan unas gafas especiales que capturan las imágenes del entorno y las transforman en señales eléctricas que se envían a un pequeño chip implantado en el cerebro. Ese chip, de apenas 4x4 milímetros, contiene microelectrodos que estimulan las áreas responsables de la visión, generando una percepción artificial de luz y formas.
De esta forma, el cerebro aprende a “ver” de un modo distinto, mediante una visión estimulada artificialmente. Aun así, Fernández Jover aclara que “no es recuperar la visión como podamos ver tú y yo, es recuperar una cierta función para tareas simples como orientación, movilidad o leer caracteres grandes”.
El objetivo no es que los pacientes vean con nitidez, sino que puedan desenvolverse mejor en su vida diaria. El impacto en su vida es enorme. Les permite, por ejemplo, caminar por la calle, ir a un cajero automático o tomarse un café sin ayuda.
No es recuperar la visión como podamos ver tú y yo, es recuperar una cierta función para tareas simples como orientación, movilidad o leer caracteres grandes
Gracias a esta tecnología, personas como Miguel o Xavier, otro de los participantes en el estudio, han conseguido recuperar parte de su independencia. Ahora pueden caminar por pasillos sin chocar, orientarse en espacios abiertos o realizar gestos tan sencillos y valiosos como mirar hacia alguien cuando le hablan. Pequeños logros que, para ellos, representan una enorme conquista.
Este implante cerebral es mucho más que un avance científico: es una puerta abierta a la posibilidad de volver a percibir el mundo, aunque sea de una manera diferente. Para quienes viven en la oscuridad, cada punto de luz cuenta. Y gracias a la ciencia, esos puntos comienzan, poco a poco, a iluminar nuevas esperanzas.
