El Fiscal General del Estado, sin la toga: "La verdad no se filtra, la verdad, se defiende"
Álvaro García Ortiz se quitó la toga y negó ser el autor de las filtraciones.
La declaración del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, en 10 frases
El fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, declarando ante el Alto Tribunal, imagen inédita en nuestro país. Defiende su inocencia, dice que no reveló el secreto del novio de Ayuso, pero sí luchó para defender la verdad ante una información que era falsa. Esta mañana ha declarado la UCO y no le ha dejado en buen lugar. Sitúa en la Fiscalía General el origen de la filtración. García Ortiz ha reaccionado negando la mayor entre dientes.
Álvaro García Ortiz siempre ha señalado que "la verdad no se filtra, la verdad, se defiende". Es lo que siempre ha dicho el Fiscal General del Estado reconociendo que sí activó una nota de prensa para esclarecer una noticia falsa pero niega haber revelado secreto alguno.
Se quitó la toga para declarar y no contestó a las acusaciones
Un gesto representativo del inicio de su declaración: Se ha quitado la toga para hacerlo. Recordemos que es el acusado, pero sigue siendo el fiscal general. Él puede acudir con toga o no al tribunal, lo ha hecho desde el primer día, pero este gesto marca una diferencia con su declaración.
Así que pasadas las cuatro de la tarde el Fiscal General del Estado se quitaba la toga y bajaba del estrado dispuesto a declarar, pero no a contestar a las acusaciones. "Solo voy a responder a la fiscalía y a la Abogacía del Estado", ha señalado. Lo de la fiscalía ha sido visto y no visto. Solo una pregunta y una respuesta rotunda: ¿Hizo usted llegar a personas ajenas a la fiscalía el célebre correo del 2 de febrero de 2024? "No, no lo he hecho".
¿Hizo usted llegar a personas ajenas a la fiscalía el célebre correo del 2 de febrero de 2024? "No, no lo he hecho"
Era la idea principal. A partir de ahí, la ha desarrollado de la mano de su defensa, el abogado del Estado, empezando por el principio, la publicación de El Mundo -alentada por Miguel Ángel Rodríguez - diciendo que la fiscalía había ofrecido un acuerdo a Alberto González Amador, cuando era al revés: "Es extravagante que el fiscal pueda ofrecer un pacto. Da la sensación de que el señor González Amador era una persona especial y que esto era un señuelo del Gobierno".
Para el fiscal general era vital desmentir eso y para hacerlo, se empezó a preparar la nota de de prensa, que cada vez tiene más protagonismo en el juicio. "Tomamos la determinación y lo que tenemos que defender es que la Sección de Delitos Económicos de la Fiscalía Provincial de Madrid hace su trabajo".
La nota era cronológica e incluía la la textualidad del correo del abogado de González Amador, aunque asegura que eso se incluyó cuando el contenido del mail ya era público. "La intención inicial de la nota no tenía nada que ver con los correos, es cuando los correos generan esa confusión, esa cuando nos disponemos a ponerlos".
La hora y cuarto de declaración también le ha servido para justificar el borrado de sus mensajes. "Soy la cabeza de una organización de 2.800 fiscales que a mí me comunica circunstancias que atañen a todos los procedimientos del país, secretos, no secretos, me dan borradores, estrategias procesales..."
El Fiscal General ha reprochado la labor de la UCO al entrar en su despacho y volcar sus terminales en busca de información. Lo ha dicho así. "Me parece un hecho particularmente grave y doloroso no solo para el FG sino para la fiscalía española".
Para el final, frase categórica: "La verdad no se filtra, la verdad, se defiende". Después vuelta al estrado, de nuevo con la toga de fiscal general del estado.
Las claves del Día D del juicio
Estas han sido las claves del día D del juicio. Era el día mas esperado en la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo y no ha decepcionado. Declaraban los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil autores de los informes periciales en la causa contra el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, y el propio acusado. O sea, el jefe, para bien o para mal.
Porque si algo ha quedado claro en la penúltima sesión del juicio, al menos para algunos, es que ser jefe implica comerse el marrón, asumir la responsabilidad aunque no sea culpa tuya e, incluso, comprobar, sorprendido, como algunos subordinados ningunean tus llamadas o ni siquiera te responden.
En el caso del fiscal general, acusado de revelación de secretos sobre la causa por fraude a Hacienda de Alberto González Amador, la pareja de Isabel Díaz Ayuso, quizá lo peor de esta sesión del juicio haya sido escuchar por boca de los investigadores de la UCO que el presunto culpable de la filtración del tan traído y llevado correo del abogado de González Amador ofreciendo a la Fiscalía un pacto podría ser el propio acusado.
No es que se haya afirmado de forma rotunda, pero la conclusión de los agentes de la UCO ha sido esta: "Lo que haga esa Fiscalía General del Estado no lo va hacer sin el conocimiento o el dominio, como órgano jerarquizado, del fiscal general".
"Como es el jefe ¿tiene que ser el filtrador?", ha preguntado irónicamente la defensa de García Ortiz, la abogada de Estado Consuelo Castro, quien ha intentado acorralar a los investigadores de la UCO que realizaron los informes.
Y casi lo ha conseguido, porque no han podido dar una respuesta mas consistente que la que han ofrecido cuando la defensa les ha preguntado por qué no se investigó a las 499 personas que tenían acceso al expediente tributario del novio de Ayuso o a las 16 personas que podían entrar en el correo genérico de la Fiscalía de delitos económicos donde el abogado de González Amador envió el correo presuntamente filtrado.
"No hacemos investigaciones prospectivas", han respondido los agentes de la Guardia Civil. Y es que ellos investigan a personas sobre las que hay indicios, sospechas de propósitos, intenciones.... Y solo vieron algún indicio en un puñado de ellas, que fueron descartando hasta que solo quedaba el fiscal general.
Un acusado que durante las anteriores sesiones de la vista oral ha permanecido tranquilo sentado junto a su defensa, pero que hoy ha tenido que revolverse en ese mismo asiento cuando los agentes han asegurado que pidieron a García Ortiz el móvil anterior al que tenía y dijo que lo había destruido. "Yo no dije eso", ha repetido en dos ocasiones el fiscal.
Tras el receso de la comida, le ha tocado el turno al acusado, que con su "absoluto respeto a los que puedan ser perjudicados en el proceso penal", ha declinado responder a las acusaciones particular y populares.
Sí lo ha hecho al Ministerio Fiscal -que tan solo le ha hecho dos preguntas para que negara haber filtrado el dichoso correo y para que se ratificara en su declaración en la fase de instrucción- y a su defensa, sin que haya aportado grandes novedades sobre sus anteriores testimonios.
Su defensa no ha tenido que afanarse mucho en las preguntas. García Ortiz ha presentado -moviendo constantemente en una de sus manos un bolígrafo- un relato bien hilado e, incluso, cronológico de los hechos. En suma, ha dirigido su propio interrogatorio.
Así, hemos sabido que desde que es fiscal general no coge llamadas de los periodistas y de que tras su procesamiento, se han ensañado con él con mensajes calumniosos.
Y también hemos sabido por su boca que en su condición de jefe de 2.800 fiscales -o "cabeza de una organización de 2.800 fiscales", como se ha denominado-, su deber es borrar de vez en cuando las comunicaciones que le envían por WhatsApp o correos electrónicos.
Porque le informan de circunstancias que atañen a todos los procesos del país, secretos o no. Y todo eso justifica que borrara sus mensajes, uno de los "hechos" que en este proceso se anota en el debe.
Como máximo responsable de la Fiscalía General del Estado, García Ortiz ha asumido la nota de prensa que desde este organismo se difundió para contrarrestar las "insidias y calumnias" que vertió Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de Díaz Ayuso, al difundir por las redes sociales que la Fiscalía había dado órdenes para retirar el pacto con González Amador.
También como jefe máximo pidió que le enviaran los correos relacionados con el caso del fraude del novio de Ayuso. "Es evidente que si yo pido los correos, no hay nada que decir".
Es el fiscal general y ahí ha estado de acuerdo con los agentes de la UCO. La jerarquía manda. Quizá por eso ha lamentado que la fiscal superior de la Comunidad de Madrid, Almudena Lastra, no solo no le informara de la oferta de conformidad de González Amador, sino que no le cogiera ninguna de las cuatro o cinco llamadas que le hizo. Tuvo que mandarla un mensaje.
No parece que hubiera buen rollo entre ambos, eso está claro.
Mañana es el turno de los informes finales. Hasta entonces, García Ortiz ha aprovechado una frase que un ciudadano anónimo le ha dicho mientras esperaba a entrar a la sala: "La verdad no se filtra, la verdad se defiende". A ello se ha entregado.
