La familia Bush compró hace mucho tiempo una playa virgen, la edificó y dejó una zona abierta al público pero, eso sí, del que sacan una serie de beneficios económicos. Un negocio redondo porque este lugar es uno de los lugares en el que mejor se puede nadar con tortugas, de todos los tamaños, las cuales nadan a sus anchas ante la presencia de los turistas.