El desgarrador testimonio de Alba, una paciente con anorexia: "Me han ingresado siete veces, solo quería adelgazar"

"Llegó un día en el que no podía comer ni un gajo de mandarina"
"Mi vida es un paripé, no me conozco"
"El gimnasio es como mi segunda casa"
Julio Armas visita Valencia para tratar de ayudar a Alba, una joven de 22 años que sufre anorexia desde hace 4 y ha sido ingresada 7 veces. Incluso ha perdido tres centímetros de altura por su trastorno alimenticio. "Soy un poco infantil en algunas cosas, soy bastante positiva y no me gusta el mal rollo. Tengo anorexia desde hace 4 años. Sentía que no tenía el control sobre nada, estaba estudiando algo que no me gustaba, mis amigas estaban haciendo su vida, en mi casa había mucho conflicto, tanto que intentaba no pasar por casa porque mis padres se estaban divorciando", comienza explicando la paciente.
"Lo que sentí que podía sostenerme y era lo único que podía controlar era la comida. Al final no podía comer ni un gajo de mandarina. No podía dormir por las noches porque cuando estás tan bajita de peso tu cuerpo tiene una hiperactividad que no te lo permite. Me han ingresado 7 veces. He llegado a no sentir nada por nada ni nadie, solo me importaba adelgazar", cuenta la valenciana.

Alba ha pasado de no comer, a pegarse atracones y contrarrestar la ingesta de calorías con ayuno y mucho ejercicio. "El gimnasio es como mi segunda casa, voy a zumba, full contact, step, body pump y gap", afirma. "Mi vida es un paripé, siento que no me conozco. Me comparo con la gente y me veo hecha una mierda, no me veo a gusto con mi cuerpo. Si un día veo que peso 47 no salgo a la calle porque me veo gorda con todo", confiesa la joven rota de dolor.
La paciente tiene un problema de comunicación serio con su madre, quien también sufre las consecuencias de su trastorno alimenticio y recibe ayuda psicológica. "Todo el mundo me juzga, estoy acudiendo a terapia porque estoy agotada. A mí me dijeron que mi hija se moría. Entro 3 veces en parada. Siempre ha sido muy delgada pero todo empezó cuando un día dijo que no iba a volver a comer fritos nunca más", cuenta devastada.