¿Quién no mostraba con orgullo en clase sus bolígrafos nuevos, sus sacapuntas de dos agujeros y las revolucionarias gomas que borraban el boli? Todos lo hacíamos. Pues bien, Eduardo Aldán nos recuerda que, en el cole, siempre había algún compañero que tenía mejores artículos que tú. Y le odiabas por ello.