La sonda Rosetta captura de forma inesperada un estallido en el cometa 67P

Así, nueve instrumentos del Rosetta, incluyendo sus cámaras, colectores de polvo y analizadores de gases y plasma, monitorizaron al cometa a unos 35 kilómetros, cuando se dio la explosión el 19 de febrero.

"Durante el año pasado, Rosetta ha demostrado que aunque la actividad puede prolongarse, cuando se trata del arranque, el tiempo es altamente impredecible, por lo que la captura de un evento como este fue una cuestión de suerte", ha afirmado el científico del proyecto Rosetta de la ESA, Matt Taylor.

Los datos fueron enviados a la Tierra sólo unos pocos días después de la explosión, pero el análisis posterior ha permitido una clara cadena de acontecimientos que han sido reconstruidos, tal como se describe en un documento dirigido por Eberhard Grün del Instituto Max-Planck de Física Nuclear, Heidelberg, publicado en la revista Monthly Notices de la Royal Astronomical Society.

¿QUÉ INSTRUMENTOS DETECTARON EL ESTALLIDO?

Un fuerte brillo del coma de polvo del cometa fue visto por la cámara gran angular de OSIRIS a las 07:40 horas (hora española), así como el desarrollo de una región del cometa que estaba inicialmente en la sombra.

De esta forma, durante las dos horas siguientes, Rosetta registró datos que excedieron los niveles de fondo en algunos de sus instrumentos. Por ejemplo, alrededor de las 08:00-09:00 horas (hora española), ALICE vio el brillo ultravioleta de la luz solar reflejada por el núcleo y un incremento de polvo emitido. Por su parte, ROSINA y RPC detectaron un aumento significativo de gas y plasma, respectivamente, alrededor de la nave espacial.

"A partir de observaciones del Rosetta, creemos que el estallido se originó a partir de una pendiente pronunciada en gran lóbulo del cometa, en la región de Atum", ha subrayado Grün.

El hecho de que el estallido comenzara cuando esta zona acaba de salir de la sombra, hace pensar a los astrólogos que las tensiones térmicas en el material de la superficie pueden haber provocado un deslizamiento de tierra que dejaba al descubierto hielo de agua fresca en la luz solar. El hielo se volvió de inmediato gas, arrastrando polvo circundante con él para producir la nube de escombros visto por Osiris.

"Vamos a seguir analizando los datos, no sólo para profundizar en los detalles de este hecho en particular, sino también para ver si nos puede ayudar a entender mejor los muchos otros estallidos producidos en el transcurso de la misión", ha añadido Taylor.