La mafia italiana después de Toto Riina será muy diferente
Ismael Monzón
18/11/201717:07 h.En mayo de 1992, una enorme explosión alcanzó el convoy del juez antimafia Giovani Falcone. "Él ha sido el primero, después me matarán a mí", afirmó el magistrado Paolo Borselino, amigo y sucesor de Falcone.
No se equivocó, dos meses después un coche bomba frente a la casa de su madre en Palermo acabó con su vida y la de sus cinco escoltas. “El Estado no está con nosotros” gritaba la gente en su funeral.
La sociedad despertó, se especuló con la connivencia del poder político y finalmente le vimos la cara a Totò Riina: el capo de capos. Sonriente, pero tras las rejas de un tribunal.
La antimafia se ha profesionalizado y sus sucesores tienen ahora más capacidad para arrestar o incautar bienes. También fue clave la figura de los arrepentidos, como Gaspare Mutolo, que hoy siguen sin poder dar la cara. Pero que creen que esa sed de sangre que los empujó a confesar no se repetirá.
Él ejecutó una veintena de asesinatos ordenados por Riina, quien representó una violencia que no era habitual. Ahora es una mafia que ha vuelto a sus orígenes y que se asimila más a otras organizaciones mafiosas internas e internacionales. Aquella que se dirige a la economía, al condicionar el poder político, a infiltrarse donde se puede hacer dinero.
Totò Riina terminó sus días como un fantasma. Aunque con él no muere la mafia, sino una generación que ahora es sustituida por métodos más sutiles.