Un joven marroquí, desesperado por llegar a la península, pensó que podría hacerlo escondiéndose en un contenedor en el Puerto de Melilla. Pero el chico no sabía que era puente, el del 1 de mayo, y lo que iban a ser unas horas escondido se convirtieron en cuatro días sin agua, ni bebida. Al final, un guardia civil escuchó sus gritos.