Como parte de una decisión no exenta de polémica, la isla sagrada de Okinoshima, en Japón, ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad. Pero, solo de la mitad de la humanidad… porque la entrada de las mujeres está prohibida. Solo pueden acceder a ella, –además de los sacerdotes que viven allí todo el año–, los hombres, y sólo durante el festival de mayo.