La víctima introduce su tarjeta en el datáfono mientras el ladrón observa cómo teclea el número secreto. Lo memoriza y abandona el supermercado antes que ella para esperarla en el aparcamiento junto a otros miembros de la banda. Ya con la tarjeta y el pin en su poder, los ladrones acuden rápidamente a varios cajeros automáticos y sacan todo el dinero que pueden, hasta agotar el límite. Con este método, los ladrones han conseguido un botín de al menos 32.000 euros desde noviembre.