Julio, un policía de baja, se quitó la vida mientras estaba en prisión preventiva por agredir al director de su sucursal bancaria, que le convenció para invertir su dinero en preferentes. Julio, que perdió 400.000 euros, culpaba al empleado de la entidad de todos sus problemas. Ahora un juzgado le ha dado la razón a la familia y Bankia deberá devolverle su dinero.