Las costas italianas de Sicilia han sido testigo de una imagen tristemente llena de contraste. Mientras un grupo de turistas bailaba en la playa, al fondo navegaba un barco repleto de inmigrantes a los que Italia niega la entrada a puerto.
El ministro de interior del país, Matteo Salvini, demostrando seguir al margen de la política de inmigración que pretende la Unión Europea, ha viajado a Libia porque quiere campos de internamiento de inmigrantes allí y no en Europa, como el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y su homólogo francés, Emmanuel Macron.