La historia de Clarence es sobrecogedora. Padece un cáncer terminal y apenas puede moverse. Su situación es tan extrema que, desesperado, tuvo que realizar una llamada de emergencia a la policía porque no tenía nada que llevarse a la boca. La persona que le cogió el teléfono no dudó en llevarle algo de comida porque “no puedo soportar que nadie pase hambre”, ha dicho ella. Ahora tiene quien le haga la compra un par de veces a la semana.