El menor de 10 años presuntamente asesinado en un crimen homófobo en California, fue torturado por sus padres

El pasado mes de junio, Anthony Avalos, de 10 años, fue encontrado sin vida en su casa de Lancaster (California) como consecuencia de una supuesta caída. Las heridas y lesiones que presentaba el cuerpo, así como los diversos testimonios de vecinos que aseguraban que el niño había sido víctima de abusos, provocaron ciertas sospechas en el caso y las autoridades abrieron una investigación.

La Fiscalía del Condado de Los Ángeles declara que Anthony fue torturado por sus padres antes de morir durante cinco o seis días. El informe judicial revela que fue golpeado varias veces en la cabeza, azotado con un cinturón y una cuerda, golpeado contra los muebles, encerrado sin ningún tipo de alimento e, incluso, introdujeron salsa picante por su garganta.

Los resultados de la investigación recogidos por la revista People concluyen que el pequeño se vio obligado a permanecer de rodillas sin moverse durante horas y sin poder ir al cuarto de baño. También revela que los ocho hermanos de la víctima fueron forzados a observar todas estas torturas y participar en algunos de los abusos.

"Llegó un momento en el que Anthony no podía andar, se quedó inconsciente en el suelo de su habitación durante horas, fue privado de cualquier atención médica y no podía comer solo", confirma el escrito.

Cuando lo trasladaron al hospital, el menor estaba "en parada cardíaca y tenía lo ojos enrrojecidos", informa el medio. Su cuerpo presentaba varias heridas y quemaduras provocadas por cigarrillos y las pruebas realizadas denotaban que el niño había sufrido una hemorragia cerebral. No obstante, la autopsia no se ha completado y aún se desconoce la causa concreta de la muerte.

Tras la investigación policial, Heather Barron y Kareem Leiva han sido arrestados y condenados por un delito de asesinato, tortura y abuso de menores.

Ya en 2013 se iniciaron las primeras indagaciones sobre los presuntos abusos hacia los niños de ese domicilio, que defendían que se trataba de un crimen homófobo. En total, hubo 13 denuncias interpuestas entre el mes de febrero de ese año y abril de 2016.

Antes de su muerte, Anthony había confesado a sus padres que le "gustaban los chicos", según las fuentes policiales. Desde el principio, las autoridades consideraron que se trataba de una muerte "sospechosa".