Libia, marcada por la fragmentación siete años después de la intervención de la OTAN contra Gadafi
EUROPA PRESS
18/03/201809:31 h.La ejecución de Muamar Gadafi en octubre de 2011 puso fin al levantamiento contra su Yamahiriya (Estado de las masas) y dio paso a una fragmentación de una Libia según la influencia de los grupos armados que surgieron durante el conflicto y que tras la muerte del guía buscaron capitalizar los espacios de poder obtenidos hasta entonces.
Siete años después del inicio de la intervención de la OTAN contra el régimen de Gadafi conviven en Libia dos gobiernos --uno asentado en la capital, Trípoli, y el otro en Tobruk-- que se disputan la autoridad y que cuentan con el apoyo de diversos grupos armados que controlan distintas zonas del país, en gran parte desértico y marcado por el tribalismo.
En la actualidad, el gobierno respaldado por la ONU lucha por imponer su control sobre la totalidad del territorio, si bien el rechazo a su autoridad por parte del Ejecutivo de Tobruk y el respaldo del mariscal de campo Jalifa Haftar a estas últimas autoridades lo hacen imposible.
El Ejército leal a Haftar, que cuenta con el apoyo de Egipto y Emiratos Árabes Unidos (EAU), controla la mayor parte del país, y durante el último año ha llegado a amenazar con avanzar hacia la capital, sin que las conversaciones entre ambas partes hayan permitido acercar posturas.
Sin embargo, el jefe de la Misión de Apoyo de Naciones Unidas en Libia (UNSMIL), Ghasán Salamé, presentó a finales de 2017 una 'hoja de ruta' para enmendar el Acuerdo Político de 2015 --que permitió la formación de gobierno de unidad-- para intentar avanzar en una solución política.
En el marco de sus esfuerzos figura la celebración de una conferencia nacional y unas elecciones presidenciales y parlamentarias que permitan a los libios elegir a sus representantes y cuyos resultados sean respetados por ambas partes.
En respuesta, Haftar --un antiguo oficial del régimen de Gadafi-- expresó su apoyo a los comicios y pidió a la población que se inscribiera en el censo, al tiempo que insinuó que podría presentarse como candidato.
Las declaraciones de Haftar llegaron después de que sus tropas tomaran Benghazi, al hilo de la 'Operación Dignidad' lanzada en 2014 contra las milicias que controlaban la ciudad, la más importante en el este del país.
Si bien en ese momento era Ansar al Sharia --ligada a la organización terrorista Al Qaeda-- la que tenía mayor peso en la ciudad, posteriormente fue sustituida por Estado Islámico, que en la actualidad ha quedado sin control sobre el territorio, si bien continúa perpetrando atentados contra las fuerzas de seguridad.
Las operaciones en Benghazi han estado marcadas por las denuncias de abusos de los Derechos Humanos, y el Tribunal Penal Internacional (TPI) ha emitido una orden de arresto contra Mahmud al Werfalli, un comandante de las fuerzas especiales Saiqa que ha aparecido en numerosos vídeos ejecutando a detenidos.
Las elecciones en el país podrían contar además con la participación de Saif al Islam, tal y como desveló en diciembre su abogado, quien resaltó que el hijo de Gadafi "cuenta con el apoyo de importantes tribus de Libia".
Saif al Islam --condenado por crímenes de guerra-- fue liberado en julio de 2017 por la milicia Abú Bakr al Sidiq, vinculada al gobierno asentado en Tobruk, y tras la misma el propio Haftar indicó que no estaba en contra de que el hijo de Gadafi jugara un papel en la política del país. Por el contrario, el gobierno de unidad recalcó que sus crímenes eran demasiado graves como para ser perdonados y reclamó su arresto.
LIBIA, PUERTA A EUROPA
El caos ha sido aprovechado por numerosos grupos armados que han logrado réditos económicos del tráfico de personas, convirtiendo Libia en el principal punto de tránsito entre África y Europa.
Los traficantes de personas han facilitado el envío de cientos de miles de migrantes hacia las costas europeas, principalmente las italianas, desde 2014. Miles han muerto durante la travesía en el Mediterráneo.
Recientemente, expertos de la ONU dijeron que la mayoría de los grupos involucrados en el tráfico de personas en Libia tienen lazos con las instituciones de seguridad del país, al tiempo que resaltaron que "la mayoría de los grupos armados involucrados en el tráfico de personas en Libia tienen lazos con las instituciones de seguridad del país".
Estas acusaciones fueron rechazadas por el gobierno de unidad, si bien el controvertido acuerdo entre países europeos y grupos armados que operan en Sabraza --uno de los principales puntos de salida de embarcaciones-- y la reducción de las travesías desde esta costa ya apuntó a la existencia de una red bien establecida en el país.
LA SITUACIÓN DE LOS TAWERGHA
Otra de las crisis que afectan al país es la que sufre la comunidad Tawergha, que huyó de la ciudad homónima tras ser saqueada en 2011 por fuerzas rebeldes en represalia por el supuesto apoyo prestado a las tropas de Gadafi.
La situación llevó a la Comisión Internacional de Investigación sobre Libia --respaldada por la ONU-- a concluir en marzo de 2012 que milicias de Misrata eran responsable de crímenes contra la Humanidad contra los Tawergha y que la destrucción de la ciudad "fue llevada a cabo para hacerla inhabitable".
A pesar de que el gobierno de unidad anunció su retorno a la ciudad, el 1 de febrero señaló que el mismo era aplazado debido a la oposición de las milicias y autoridades locales de Misrata, que argumentaron que el acuerdo no se había cumplido. Posteriormente, estos grupos armados atacaron el campamento temporal situado en los alrededores de Tawergha.
INESTABILIDAD EN EL SUR
Si bien las disputas entre sendos gobiernos --que se reparten principalmente las regiones de Tripolitania y Cirenaica-- copan la atención internacional, la situación en la región de Fezán, en el centro y sur del país y fronteriza con Argelia, Malí y Chad, supone uno de los principales focos de inestabilidad, tanto interna como internacional.
La ausencia de un gobierno unificado y de control de fronteras ha permitido la infiltración de grupos armados y el florecimiento del contrabando de armas y estupefacientes, que ha financiado el conflicto y aumentado la inestabilidad en el Sahel.
De hecho, en el sur del país operan grupos armados como el sudanés Movimiento Justicia e Igualdad (JEM) --supuestamente alineado con Haftar--, lo que ha provocado las quejas de Sudán, o el chadiano Frente por el Cambio y la Concordia en Chad (FACT) --que combate aparentemente del lado de las fuerzas del gobierno de unidad--.
Estas tensiones se han disparado en Sabha, que ha sido escenario de unos enfrentamientos tribales marcados también por la vinculación de los participantes con los diferentes gobiernos, si bien hay informaciones que apuntan a que en los mismos están combatiendo milicianos sudaneses y chadianos.
La situación es reflejo del caos derivado de la caída de Gadafi y la llegada de gran cantidad de armamento a los grupos criminales y armados que operan en Malí, la cuenca del lago Chad y el resto de la región.
Esta situación se vio plasmada en las declaraciones formuladas a principios de febrero por el presidente francés, Emmanuel Macron, quien criticó la intervención militar de la OTAN en 2011 y recalcó que no contó con un plan para una transición política una vez caído el régimen de Gadafi. "Europa, Estados Unidos y algunos otros tienen una responsabilidad en la situación actual en Libia", dijo.
Por ello, 2018 aparece como un año clave para los esfuerzos de Salamé por sacar adelante un proyecto político tardío para el país, si bien las disputas de poder y la voluntad de los principales actores por mantener su influencia --así como los intereses de los países de la región involucrados en el conflicto-- podrían provocar que el país continúe sumido en la inestabilidad.