Nadie podía imaginar en Ripoll que albergaban la mayor amenaza terrorista en forma de dos pares de hermanos tranquilos. El padre de los Hichamy lo cuenta con la voz cortada. Dice que eran buenos chicos, con trabajo y estudios. Sus vecinos les miraban con los mismos ojos. Con sus fotos en redes sociales aparentaban normalidad. Bajo esa vida tan rutinaria y discreta escondían la motivación yihadista.