Paloma Díaz-Mas explora los extremos de la memoria personal y colectiva en 'Lo que olvidamos'

La autora madrileña Paloma Díaz-Mas explora los extremos de la memoria y el recuerdo en la novela 'Lo que olvidamos' (Anagrama), que transcurre tanto en un plano personal, como colectivo: de una sociedad --la española-- que parece haber olvidado la Transición, ha explicado.

En la novela, la autora indaga en el pasado familiar y colectivo, el político y el personal, de la mano de la demencia senil que padece la madre de la protagonista, y que está encarnada en objetos, historias y recuerdos.

El libro, de unas 160 páginas, ha costado a la autora 14 años de trabajo, porque además de ir dejándolo reposar, necesitó del paso del tiempo y de que su propia experiencia personal --la demencia senil de su madre-- le mostrara todo el proceso: "No la podía haber escrito en el primer año porque yo misma he tenido que experimentar un proceso".

"Esta enfermedad te suscita recuerdos por la desmemoria de esta persona", ha relatado Díaz-Mas, en un proceso bastante traumático que también consiste en la recuperación de la propia identidad, en la que mientras el enfermo se despersonaliza, suscita en los de su alrededor recuerdos y el deseo de mantenerlos vivos.

Según la autora, una enfermedad de este tipo hace replantearse a los allegados el pasado: "Es una paradoja de cómo la desmemoria suscita la memorialización y la recuperación de los recuerdos perdidos".

EXPERIENCIA COLECTIVA

Más allá de la experiencia personal, la autora se ha referido a una experiencia colectiva, lamentando que las sociedades olvidan cosas del pasado, superponiendo discursos y tergiversando otros como si no hubieran sucedido, por ello ha incluido en su texto "un poco de crónica de una sociedad que ha olvidado cosas que sucedieron y afectaron a personas".

Díaz-Mas ha pronosticado que quienes hayan tenido experiencias parecidas y lean esta novela, "menos autobiográfica de lo que parece", les parecerá doloroso y terapéutico, como a ella la ha resultado escribirla en un duelo que le hizo plantearse cuestiones como: ¿en qué momento has perdido a una persona con demencia? ¿cuando muere?.

"Es una experiencia muy turbadora porque aquella persona aparentemente no es ella, pero de repente afloran rasgos y reacciones que son las suyas y se acuerda de algo de lo que tú no te acuerdas", ha dicho la escritora, convencida de que la enfermedad desemboca en una interrogación sobre la autoconciencia.

IMPACTO SOBRE LOS DEMÁS

De entre las novelas que ya existen sobre las demencias, la autora ha explicado que la mayoría se centran en el momento en el que el deterioro de la persona está consolidado, mientras que la suya versa más en el proceso y en el impacto que ésta tiene sobre los demás, ya que la historia está contada desde la perspectiva de la hija.

Sin embargo, la autora ha reivindicado las dosis de humor que también deja este proceso, como "las tratadas" que puede llegar a hacer el enfermo, ha ejemplificado, en una vivencia inquietante y dolorosa que, al final, es como un regreso a la niñez donde se invierten los papeles entre padres e hijos.

"No quería una visión desgarrada, truculenta y negra de la memoria", ha asegurado la autora, huyendo tanto de ello como de hacer la novela demasiado lacrimógena, así que su máxima ha sido mostrar que pese al deterioro mental, sigue siendo valiosa la relación humana que permanece, ya que el enfermo sigue siendo una persona y arrojando destellos de su personalidad en momentos desesperados.

La novela también reivindica la vivencia y el recuerdo de la historia reciente de España por parte de una generación que primero vivió la Guerra Civil en la infancia, y tras el Franquismo, presenció una Transición, cuya trascendencia en su momento no se entendió completamente: "Parece que está de moda desprestigiarlo".

La autora ha reivindicado que fue una sociedad que hizo un gran esfuerzo y "ahora parece que fueron unos idiotas por hacer ese esfuerzo", por ello en sus páginas también hay una llamado a recordar ese periodo.