Niños ataviados de época con palmas en las manos de morado y blanco preceden al primer trono de la semana de pasión: La Pollinica. Con los nervios a flor de piel, algunos han madrugado con ganas de invadir las calles del centro de Málaga. Una ciudad ansiosa de procesiones. Miles de personas admiran el trabajo de los hombres de trono que a las órdenes del capataz avanzan a pasos cortitos por el peso. Es la gran fiesta de los sentidos.