Fin a un despliegue policial en Cataluña que ha dado mucho de qué hablar

El despliegue de los agentes trasladado a Cataluña, sin duda, ha dado mucho de qué hablar. En primer lugar por el polémico crucero, conocido como el barco Piolín, que alojó a parte de ese refuerzo policial. Pero también por el acoso sufrido, sobre todo, en las primeras semanas por policías y agentes de la Guardia Civil en muchas localidades de Cataluña.

Han sido meses de mucha intensidad, por llamarlo de alguna manera. Porque en los tres meses que las Fuerzas de Seguridad del Estado han reforzado la seguridad en Cataluña ha pasado de todo. Lo más repetido, el acoso: difícil olvidar lo que pasó a las puertas de la Consejería de Economía. Los inicios del despliegue fueron de tremenda exaltación: por una parte el famoso "a por ellos"; por otra, los continuos gritos contra Policía y Guardia Civil e incluso alguna agresión. Pero parte de ese acoso también se trasladó a las puertas de los hoteles donde dormían los agentes destinados a Cataluña teniendo que marcharse de esos hoteles en algunos casos. No todo fue el rechazo, los agentes también encontraron apoyo. El cariño de algunos compañeros de políticos y también de vecinos. Así fueron las despedidas, era el cariño que de una u otra forma hicieron llegar a los agentes.